Página 276 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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El campo de adiestramiento del hogar, 13 de septiembre
Guíame por la senda de tus mandamientos; porque en ella tengo mi
voluntad.
Salmos 119:35
.
Los hombres han enseñado que la ley de Dios no tiene validez. Si éste
fuera el caso no tendríamos una norma para el carácter, y no tendríamos
nada para demostrar las justas pretensiones de Dios. Estaríamos al garete
en un océano de incertidumbre, y no tendríamos una guía para ocuparnos
de las solemnes responsabilidades de las relaciones familiares. Pero es en
las relaciones familiares donde recibimos nuestra preparación para tratar con
nuestros semejantes en general. Si Dios no tuviera una ley para gobernar
las inteligencias humanas, ninguna cosa mediante la cual su carácter pudiera
ser presentado como norma según la cual la familia humana pudiera formar
sus caracteres, entonces, ¿qué impresión podría hacerse sobre nuestros hijos
respecto de lo que constituye la rectitud de la vida y la perfección del carácter?
...
El quinto mandamiento ordena a los hijos obediencia a sus padres, y los
padres deben ayudar a sus hijos a guardar este mandamiento, y así hacer su
parte en cooperar con Dios, al requerir obediencia a los niños y los jóvenes. Los
padres mismos debieran estar bajo la ley de Dios. Debieran revelar preciosos
rasgos de carácter y ser un modelo delante de sus hijos, manifestando paciencia
y aguante mezclados con firmeza, y así educarlos para que obedezcan a su
Padre celestial. ... Satanás se deleita en contemplar las familias desordenadas e
indisciplinadas, porque su éxito depende mayormente del control que él pueda
tener sobre las familias de la tierra. ... El está decidido a que la norma de la
justicia no sea la regla para la formación del carácter. ...
Los Diez Mandamientos proceden del Dios del cielo, cuyo corazón está
lleno de amor, el cual es infinito en sabiduría, y quien nunca comete un error. ...
Aquellos que obedecen y administran la ley de Jehová recibirán bendiciones.
... La felicidad y la paz de los padres y de los hijos en esta vida, y su mejor
bien, serán realizados al andar en la senda de sus preceptos, porque al hacerlo
así están en armonía con el Dios del cielo.—
Carta 34, 1894, pp. 18-22
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