Página 285 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Una distinción en el vestir, 22 de septiembre
Asimismo también las mujeres, ataviándose en hábito honesto, con
vergüenza y modestia; no con cabellos encrespados, u oro, o perlas, o
vestidos costosos. Sino de buenas obras, como conviene a mujeres que
profesan piedad.
1 Timoteo 2:9, 10
.
Los hijos de Israel ... recibieron la orden de poner en el borde de sus
vestidos una sencilla cinta azul, para distinguirse de los pueblos que los
rodeaban, y para significar que ellos eran un pueblo peculiar véase
Números
15:39, 40
. No se requiere que el pueblo de Dios en la actualidad ponga una
marca especial sobre sus vestidos, pero a menudo en el Nuevo Testamento se
refiere al Israel antiguo como ejemplo. Si Dios dió instrucciones tan definidas
a su pueblo de la antigüedad respecto de sus vestidos, ¿no se fijará él en
los vestidos de su pueblo de la actualidad? ¿No deberían distinguirse sus
vestidos de los vestidos del mundo? ¿No debiera el pueblo de Dios, el cual
es su peculiar tesoro, procurar glorificar a Dios, aun en sus vestidos? ¿Y no
debieran ellos ser ejemplos en la manera de vestir, y mediante su estilo sencillo
reprochar el orgullo, la vanidad y la extravagancia de los mundanos profesos
y amantes de los placeres? Dios requiere esto de su pueblo.—
La Historia de
la Redención, febrero de 1872
.
Debemos saber más acerca de Jesús y de su amor, y no de las modas
del mundo. En nombre de mi Maestro, pido a los jóvenes que estudien el
ejemplo de Cristo. Cuando queréis hacer una cosa, estudiáis cuidadosamente
el modelo, para poder reproducirlo lo más exactamente posible. Poneos ahora
a la obra de copiar el ejemplo divino. ... No podéis ser como Jesús y abrigar el
orgullo en vuestro corazón. ...
De cuán poco valor son el oro y las perlas y los arreglos costosos, en
comparación con la humildad y la hermosura de Cristo. La hermosura natural
consiste en la simetría, o en la proporción armoniosa de las partes, de las unas
con las otras; pero la hermosura espiritual consiste en la armonía o semejanza
de nuestras almas con Jesús. Esto hará a su poseedor más precioso que el
oro fino, aun que el oro de Ofir. La gracia de Cristo es en realidad un adorno
inapreciable. Eleva y ennoblece a su poseedor, y refleja rayos de gloria sobre
los demás, atrayéndolos a la Fuente de la luz y la bendición.—
The Review
and Herald, 6 de diciembre de 1881
.
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