Página 284 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Una mente sana en un cuerpo sano, 21 de septiembre
Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que habiendo
predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado.
1 Corintios 9:27
.
Todo lo que disminuya el vigor físico debilita el esfuerzo mental. Por eso,
debiera descartarse resueltamente toda práctica desfavorable para la salud del
cuerpo. ... No podemos mantener una consagración a Dios y sin embargo
dañar nuestra salud por la voluntaria indulgencia de un hábito nocivo. La
abnegación es una de las condiciones, no sólo de admisión al servicio de
Cristo, sino de permanencia en él. ...
Sin embargo, cuántos que se llaman cristianos no están dispuestos a ejerci-
tar la abnegación, aun por amor de Cristo. Cuán a menudo el amor por alguna
perniciosa indulgencia es más fuerte que el deseo de poseer una mente sana
en un cuerpo sano. Se gastan preciosas horas de prueba, se desperdician los
medios dados por Dios, para complacer los ojos o gratificar el apetito. ...
Nadie necesita fracasar en esta obra de renunciamiento. Dios dará ayuda
a todo buscador sincero. ... Si buscamos sinceramente su gracia, nuestra
vida corresponderá con nuestra profesión de fe. ... El sabe que nuestros
corazones están plenamente dedicados a su servicio o dados a las cosas del
mundo. Podemos profesar lo que queramos, pero a menos que nuestra vida
corresponda con nuestra profesión, nuestra fe será muerta. La regla dada por
el apóstol Pablo es la única regla segura para nuestra dirección en todas las
cosas de la vida. “Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
a gloria de Dios”.
1 Corintios 10:31
. En la selección de nuestro alimento
debiéramos procurar no solamente agradar al gusto, sino elegir aquello que
sea más saludable. En el vestido deberíamos buscar aquello que es sencillo,
cómodo, conveniente y apropiado.—
The Review and Herald, 15 de junio de
1886
.
Quien observe la sencillez en todos sus hábitos, restringiendo los apetitos
y controlando las pasiones, puede preservar sus facultades mentales fuertes,
activas y vigorosas, prontas para percibir todo lo que exija pensamiento o ac-
ción, agudas para discriminar entre lo santo y lo impío, y listas para emprender
toda empresa para la gloria de Dios y el beneficio de la humanidad.—
The
Signs of the Times, 29 de septiembre de 1881
.
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