Página 296 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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¡No dejéis morir de hambre a vuestra alma! 1 de octubre
Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias
que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.
Marcos 4:19
.
Debemos tener cuidado de no sobrecargarnos ni aun con aquello que
parezca ser los cuidados necesarios de la vida, de modo que seamos incapaces
de realizar la obra más esencial. ...
La mayor parte de los pensamientos y de las actividades que emprenden las
manos y el corazón, se dedican a los intereses egoístas, personales y terrenos.
Se les permite llegar a ser hasta tal punto absorbentes que excluyen de la
atención a las cosas de la eternidad. Se deja que el alma muera de inanición
por falta de alimento. La mente y el cuerpo se agotan a causa de las largas
horas de aplicación a las cosas mundanas. Satanás se propuso que sucediera
así. Toda la frescura y el vigor de la mente, toda la agudeza del pensamiento, se
dedican al mundo, y Dios recibe los pensamientos débiles y aturdidos, que son
el fruto de una mente cansada y atormentada. Las cosas de la importancia más
elevada, que pertenecen a la paz eterna, se subordinan a las preocupaciones
comunes de la vida, y cada día se le roba a Dios el servicio que fortalecería
espiritualmente y que elevaría los pensamientos hacia el cielo, y pondría al
alma en comunicación con Dios y los santos ángeles.—
Carta 23a, 1892, pp. 6
.
No debemos permitir que las cosas de este mundo absorban de tal manera
la atención que la mente y el cuerpo queden completamente monopolizados.
Así se priva a quienes nos rodean de las palabras amables y de las obras que
los ayudarían en la ascensión del camino. El canal de la luz está obstruido
por los intereses mundanos. La gracia que Cristo anhela impartir, no puede
derramarla. Muchos llegan a tener cada vez menos fuerza para impartir a
otros, porque no reciben poder de la Fuente de todo poder. Dios los invita
a separarse de las cosas que corroen la mente y contaminan la experiencia
religiosa.—
Carta 181, 1904, pp. 7
.
Todos están apremiados por preocupaciones urgentes, cargas y deberes.
Pero, cuanto mayor sea la presión que se ejerce sobre vosotros, cuanto más
pesadas sean las cargas que debéis llevar, tanto mayor es vuestra necesidad
de ayuda divina. Jesús será vuestro ayudador. Necesitáis constantemente la
luz de la vida para aliviar vuestro camino, y entonces sus rayos divinos se
reflejarán sobre otros.—
Manuscrito 59, 1897, pp. 5
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