Página 297 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La mejor parte, 2 de octubre
Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con
las muchas cosas estás turbada: Empero una cosa es necesaria; y María
escogió la buena parte, la cual no le será quitada.
Lucas 10:41, 42
.
Este reproche de Cristo llega a muchas Martas de nuestros días. Pierden
mucho conocimiento espiritual y divino que las haría sabias para la salvación,
a causa de su continua actividad para hacer tanto en las cosas espirituales, por
su deseo de derramar favores sobre aquellos a quienes aman. Si conservaran
la sencillez en todos sus preparativos, y aprovecharan sus preciosas oportu-
nidades de obtener un conocimiento mejor de la voluntad de Dios y de ser
hacedoras de sus palabras, se ahorrarían mucha irritación y beberían de la
Fuente perpetua de la vida. ...
Marta ... estaba tan ansiosa por el debido honor que correspondía a Cristo
que, en sus activos preparativos para procurar el alimento, perdió los momen-
tos más preciosos y áureos de escuchar las instrucciones de sus labios divinos.
María se sentó a sus pies para no perder ninguna palabra. Consideraba este
hecho de la mayor importancia. Esto ofendió a Marta, y le preguntó al Señor
Jesús si no le importaba que ella sirviera sola mientras María se desentendía de
sus responsabilidades. Jesús le dijo a Marta que María había elegido la mejor
parte, la cual nunca le sería quitada. ¿Cuál era la mejor parte? Aprender de Je-
sús, apreciar sus palabras. Al prestar atención a las palabras que pronunciaban
sus labios estaba manifestando su amor por su Salvador. ...
Cada palabra pronunciada por los labios de Jesús era preciosa. El se
llenaba de gozo al ver que María apreciaba su instrucción. Mientras más
frecuentemente se escuchen las palabras de Jesús, tanto más profundamente
influirán en la mente, se comprenderán mejor y se obedecerán más fácilmente
y en forma más perfecta. Ese espíritu que siempre está listo a realizar una
ostentación exterior por nuestros amigos es un artificio del enemigo. ...
El [Cristo] requiere que sus seguidores—la adquisición de su sangre—
dejen todas las locuras y las vanidades y las corrupciones contaminadoras del
mundo. ... Que este pensamiento: “Dios está aquí”, ponga solemnidad en cada
mente y llene de gozo a cada alma.—
Manuscrito 42, 1890, pp. 11-13
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