Página 298 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Celo y valor juveniles, 3 de octubre
Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde
el principio. Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la
palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno.
1 Juan
2:14
.
La obra de Dios necesita ardor, celo y valor juveniles. El vigor mental y
físico es esencial para el adelantamiento de la causa de Dios. Para planear con
una mente clara y ejecutar con mano vigorosa, se necesitan energías renovadas
y pujantes. Dios pide el ardor juvenil para que su obra pueda ser promovida
en todos sus aspectos. Se invita a los jóvenes y a las señoritas para que le den
la fuerza de su juventud, para que mediante el ejercicio de las facultades que
Dios les ha dado, mediante el pensamiento saludable y la acción vigorosa,
puedan dar gloria a Dios y salvación a los hombres. Jóvenes, Dios os llama a
que obtengáis el máximo de las facultades que os han sido confiadas. Cultivad
el hábito de hacer lo mejor posible en todo lo que emprendáis. Dios es vuestro
Maestro, y vosotros sois sus siervos. ...
Siempre debéis aprender en la escuela de Cristo; debéis poner en vuestra
obra vuestro capital de energías físicas y mentales. ... El esfuerzo mental
será más fácil y más satisfactorio a medida que os dediquéis a la tarea de
comprender las profundas cosas de Dios. ...
Podéis reunir las mejores facultades de la mente, y comprendiendo vuestra
responsabilidad delante de Dios, podéis rendir lo mejor que hay en vosotros,
y no dejaréis de avanzar y de vencer las dificultades. No os dediquéis a una
ociosa tranquilidad sin hacer un esfuerzo especial por realizar vuestra obra.
Elegid una parte en la gran viña del Maestro, y realizad una obra que requiera
el ejercicio del tacto y de los talentos.—
The Review and Herald, 20 de mayo
de 1890
.
Invito a los jóvenes discípulos de Cristo a levantarse, a no seguir consin-
tiendo en la búsqueda de los placeres, en el amor de sí mismos y en el ocio;
los insto a no estar más dominados por las inclinaciones y las concupiscencias
del corazón carnal. ... Mi oración a Dios es que el poder transformador del
Espíritu Santo pueda descender sobre nuestra juventud, para que lleguen a ser
agentes que obren para ganar veintenas de otros jóvenes para Jesucristo, para
que puedan estar entre los que serán considerados sabios, y que “resplande-
cerán como el resplandor del firmamento”, y “como las estrellas a perpetua
eternidad”.
Daniel 12:3
.—
The Youth’s Instructor, 29 de junio de 1893
.
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