Página 300 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Los únicos entretenimientos seguros, 5 de octubre
Embriagarse han de la grosura de tu casa; y tú los abrevarás del
torrente de tus delicias.
Salmos 36:8
.
El enemigo procura de muchas maneras apartar nuestra mente del estudio
de la Palabra. A muchos induce a buscar satisfacción en los entretenimien-
tos y los placeres que parecen deseables para el corazón carnal. Pero los
verdaderos hijos de Dios no buscan su felicidad en este mundo. Buscan los
gozos eternos de un hogar en la ciudad eterna, donde mora Cristo, y donde
los redimidos recibirán la recompensa a la obediencia a los requerimientos de
Dios. Estos no desean las diversiones transitorias y baratas de esta vida, sino
la bienaventuranza perdurable del cielo.
Dios ha confiado grandes facultades a los hombres y mujeres, facultades
que quiere que se dediquen a su servicio; y la luz que recibe todo aquel que
utiliza fielmente sus talentos para la gloria de Dios es preciosa. Deberíamos
esforzarnos por tener nuestra mente en una condición donde pueda recibir
las impresiones del Espíritu Santo. Pero aquellos que permiten que sus pen-
samientos se espacien constantemente en cosas frívolas, no pueden recibir
mayor luz. Debiera atesorarse en la mente el tesoro celestial, y los alimentos
que la capacitarán para crecer espiritualmente, a fin de prepararnos de esta
manera para un cielo santo. ...
Hay muchas maneras como podemos ayudar a nuestros compañeros, si
es que nos dedicamos a ello. Pero me llena de pesar ver hacer planes para la
diversión y la complacencia propia. Cuando éstos ocupan la mente no queda
oportunidad para que la preciosa verdad de Dios tome posesión del alma.
Cuando veo a aquellos cuyos intereses están entregados a las diversiones
mundanas, ¡cómo deseo que se conviertan! Entonces verían cómo ayudar a
otros, en lugar de dedicar su tiempo y sus energías a la complacencia propia.
Encontrarían oportunidad para hablar palabras que animen, y les proporciona-
rían luz y gozo a las almas necesitadas de esa ayuda.—
Manuscrito 51, 1912,
pp. 1-3
.
Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los
pensamientos religiosos y serios; los únicos lugares seguros adonde podemos
acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús con nosotros.—
The Review
and Herald, 6 de noviembre de 1883
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