Página 305 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Talentos para todos, 10 de octubre
Porque el reino de los cielos es como un hombre que partiéndose lejos
llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes. Y a éste dió cinco talentos, y
al otro dos, y al otro uno: a cada uno conforme a su facultad; y luego se
partió lejos.
Mateo 25:14, 15
.
Dios no les ha dado talentos solamente a unos pocos escogidos, sino a
todos les ha confiado algún don peculiar para que sea utilizado en su servicio.
Muchos a quienes el Señor ha concedido preciosos talentos han rehusado
emplearlos para el adelantamiento del reino de Dios; sin embargo, son res-
ponsables delante de Dios por el uso de sus dones. Todos ... son poseedores
de algún don, cuyo uso debido le dará gloria a Dios y cuyo uso pervertido le
robará al Dador. ...
La familia humana está compuesta de entes morales responsables, y desde
el más elevado y más dotado hasta el más inferior y oscuro, todos están
investidos con los dones del cielo. El tiempo es un don que Dios ha dado, y
debe empleárselo diligentemente en el servicio de Cristo. La influencia es un
don de Dios, y debe ejercerse para fomentar los propósitos más elevados y
nobles. ... El intelecto es un talento confiado. La simpatía y los afectos son
talentos que deben considerarse sagrados y aprovecharse, para que podamos
prestarle servicio a Aquel cuya posesión adquirida somos.
Todo lo que somos o podemos ser pertenece a Dios. La educación, la
disciplina, y la habilidad en cada cosa deberían usarse para él. El capital es
suyo, y su acrecentamiento es el interés que le corresponde por derecho al
Maestro. Sea grande o pequeña la cantidad confiada el Señor requiere que
sus mayordomos hagan lo mejor posible. No es la cantidad confiada o el
aprovechamiento realizado lo que proporciona a los hombres la aprobación
del cielo, sino que es la fidelidad, la lealtad a Dios, el servicio prestado, lo
que recibe la bendición divina: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido
fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor”.
Vers. 23
. Esta
recompensa gozosa no espera hasta que entremos a la ciudad de Dios, puesto
que el siervo fiel tiene un goce anticipado de ella aun en esta vida.—
The Signs
of the Times, 23 de enero de 1893
.
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