Página 329 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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¿Soportaréis el fuego del refinador? 2 de noviembre
Para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el
cual perece, bien que sea probado con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra, cuando Jesucristo fuere manifestado.
1 Pedro 1:7
.
El oro es probado en el fuego para purificarlo de la escoria; pero la fe
que se purifica mediante las pruebas es más preciosa que el oro refinado.
Consideremos entonces las pruebas en forma razonable. No pasemos por ellas
murmurando y descontentos. No cometamos errores al querer librarnos de
ellas. En el tiempo de prueba debemos aferrarnos a Dios y a sus promesas.
Algunos me han preguntado: “¿No se desanima Ud. cuando experimenta
pruebas?” Y yo les he contestado: “Si por desánimo Ud. quiere decir tristeza
o abatimiento, sí me desanimo”. “¿No le ha hablado Ud. a nadie de sus
sentimientos?” “No; hay un tiempo para el silencio, un tiempo para mantener
la lengua como con una rienda, y yo estaba decidida a no pronunciar ninguna
palabra de duda o de oscuridad, para no ensombrecer con la melancolía a
aquellos con quienes me asociaba. Me he dicho a mí misma: Soportaré el
fuego del Refinador; no seré consumida. Cuando hable, hablaré de luz; hablaré
de fe y esperanza en Dios; hablaré de justicia, de bondad, de amor a Cristo
mi Salvador; hablaré para dirigir las mentes de otros hacia el cielo y las cosas
celestiales, hacia la obra que Cristo hace en el cielo por nosotros y hacia la
obra que nosotros hacemos aquí en la tierra por él”.—
The Review and Herald,
11 de febrero de 1890
.
El horno del Refinador tiene que quitar la escoria. Cuando el Refinador
vea su imagen reflejada perfectamente en vosotros, os sacará del horno. No
seréis dejados para ser consumidos, o para soportar la prueba ígnea más de lo
que sea necesario para vuestra purificación. Pero para reflejar la imagen divina
es necesario que vosotros os sometáis al proceso que el Refinador ha elegido
para vosotros, para que seáis limpiados, purificados, y para que desaparezca
toda mancha y arruga—ni un solo defecto debe quedar en vuestro carácter
cristiano. Que el Señor os ayude ... a permitir que la voluntad y la obra de
Dios se cumplan en vosotros. Entonces ... seréis una luz en vuestro hogar, un
rayo de sol. ... ¡Mirad hacia arriba! Jesús vive, Jesús ama, Jesús se compadece,
y él os recibirá con toda vuestra carga de cuidado y perplejidad si acudís a él y
depositáis vuestra carga sobre él. El ha prometido que nunca dejará u olvidará
a aquellos que colocan su confianza en él.—
Carta 2, 1870, pp. 9, 10
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