Página 330 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

Basic HTML Version

Gozo en el sufrimiento con Cristo, 3 de noviembre
Carísimos, no os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual
se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os
aconteciese; antes bien gozaos en que sois participantes de las
aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria os
gocéis en triunfo.
1 Pedro 4:12, 13
.
No siempre consideramos que la santificación que tanto deseamos y por la
cual oramos con tanto fervor es impartida por la verdad, por la providencia
de Dios, y de un modo en que menos lo esperamos. Cuando esperamos gozo,
he aquí que hay tristeza; cuando esperamos paz, con frecuencia tenemos
desconfianza y duda porque nos encontramos sumidos en pruebas que no
podemos evitar. En estas pruebas estamos teniendo las respuestas a nuestras
oraciones. A fin de que seamos purificados, el fuego de la aflicción debe
arder sobre nosotros, y nuestra voluntad debe ponerse en conformidad con la
voluntad de Dios. ... Dios considera apropiado someternos a la disciplina, que
es esencial para nosotros antes de que seamos súbditos preparados para las
bendiciones que anhelamos.
No deberíamos desanimarnos y dar lugar a la duda, y pensar que nuestras
oraciones no son advertidas. Deberíamos confiar con más seguridad en Cristo
y dejar nuestro caso en manos de Dios para que él conteste nuestras oraciones
según su propia manera. Dios no ha prometido derramar sus bendiciones
mediante los conductos que nosotros hemos señalado. Los planes de Dios
siempre son los mejores, aunque no siempre los discernamos. La perfección
del carácter cristiano puede obtenerse únicamente mediante el trabajo, las
luchas y la abnegación. No siempre dependemos de esto, y no consideramos
el doloroso y a menudo prolongado proceso de purificación que necesitamos
a fin de ser conformados a la imagen de Cristo. Dios frecuentemente contesta
nuestras oraciones del modo que menos esperamos. Nos coloca en situaciones
que son muy angustiosas, para revelar qué hay en nuestros corazones. Para
fomentar el desarrollo de las gracias cristianas él nos colocará en situaciones
que nos exigirán cada vez más esfuerzo para mantener una viva ejercitación
de nuestra fe.
Recordemos cuán inestimablemente preciosos son los dones de Dios—las
gracias de su Espíritu—y no nos apartaremos del proceso de prueba, aunque
sea doloroso y humillante para nosotros.—
Carta 9, 1873, pp. 1-3
.
[316]
326