Página 356 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Mirando al invisible, 29 de noviembre
Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de
Faraón; escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar
de comodidades temporales de pecado.
Hebreos 11:24, 27
.
Moisés ... vivió como viendo al Invisible, y por lo tanto pudo considerar
los vituperios de Cristo como una riqueza mayor que los tesoros de Egipto. Si
los hombres quisieran vivir de esta manera, veríamos sus rostros brillar con la
gloria de Dios, porque estarían contemplando la gloria del Eterno, y mediante
la contemplación serían transformados a la imagen de Cristo.—
The Signs of
the Times, 9 de enero de 1893
.
Nuestras mentes alcanzan el nivel de las cosas donde moran nuestros
pensamientos, y si pensamos en las cosas terrenas dejaremos de ser impre-
sionados por aquello que es celestial. Obtendríamos un gran beneficio de la
contemplación de la misericordia, de la bondad y del amor de Dios; pero
sufrimos una gran pérdida espaciándonos en aquellas cosas que son terrenas y
temporales. Permitimos que la tristeza, las preocupaciones y la perplejidad
atraigan nuestras mentes hacia la tierra, y aumentamos el tamaño de un terrón
hasta hacerlo alcanzar el de una montaña. ... Las cosas temporales no deben
... entorpecer nuestras mentes hasta que nuestros pensamientos lleguen a ser
enteramente de la tierra y de los terrenos. Debemos entrenar, disciplinar y
educar la mente para que podamos pensar según los conductos celestiales, para
poder espaciarnos en las cosas invisibles y eternas, que serán discernidas con
la visión espiritual. Es viendo al que es invisible como obtendremos fortaleza
de mente y vigor de espíritu. ...
A cualquier lugar donde seamos llamados por la providencia de Dios,
podemos esperar confiadamente que Dios será nuestro ayudador. No debemos
ser un juguete de las circunstancias, sino colocarnos por encima de ellas. ...
Cuando seamos colocados en una posición difícil, y encontremos a nuestro
alrededor cosas que no nos agradan, que prueban nuestra paciencia y nuestra
fe, no debemos hundirnos en la impotencia, sino aferrarnos más firmemente
de Dios, y probar que no estamos fijando nuestros afectos en las cosas de la
tierra, sino en las cosas de arriba; que estamos contemplando a Jesús, el autor
y consumador de nuestra fe. Jesús debe ser el principio y el fin, el primero y
el último. El debe ser nuestra fortaleza en todo tiempo de prueba.—
Ibid
.
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