Página 56 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La fe que justifica, 15 de febrero
Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1
.
Para muchos, es un misterio la justificación por la fe. El pecador es justifi-
cado por Dios cuando se arrepiente de sus pecados. Ve a Jesús sobre la cruz
del Calvario. ... Contempla el sacrificio expiatorio como su única esperanza,
mediante el arrepentimiento delante de Dios—porque las leyes de su gobierno
han sido quebrantadas—y la fe en nuestro Señor Jesucristo, como Aquel que
puede salvar y limpiar al pecador de toda transgresión.
La obra mediadora de Cristo comenzó con el principio de la culpa y el
sufrimiento humano, tan pronto como el hombre se convirtió en transgresor.
La ley no fué abolida para salvar al hombre y llevarlo a la unidad con Dios.
Pero Cristo asumió el oficio de garantía y libertador suyo, al convertirse en
pecado por el hombre,
para que el hombre pudiera convertirse en la justicia
de Dios en él, y a través de él, quien fué uno con el Padre. Los pecadores
pueden ser justificados por Dios únicamente cuando él perdona sus pecados,
condona el castigo que merecen, los trata como si en realidad fueran justos,
y no pecadores, y los recibe en el favor divino, tratándolos como si fueran
justos. Son justificados únicamente mediante la justicia imputada de Cristo.
El Padre acepta al Hijo, y a través del sacrificio expiatorio de su Hijo, acepta
al pecador. ...
Hay miles que creen en el Evangelio, y en Jesucristo como Redentor del
mundo, pero no son salvos por la fe. ... No se arrepienten, ni tienen esa fe que
se aferra de Cristo, como su Salvador que perdona los pecados; su creencia no
es para arrepentimiento. ...
La fe que justifica siempre produce, en primer lugar, el verdadero arrepenti-
miento, y luego las buenas obras, que son el fruto de esa fe. No hay ninguna fe
salvadora que no produzca buenos frutos. Dios dió a Cristo a nuestro mundo,
para que se convirtiera en el sustituto del pecador. En el momento en que se
ejerce la fe en los méritos del costoso sacrificio expiatorio, y se reclama a
Cristo como Salvador personal, en ese mismo instante el pecador es justificado
delante de Dios, porque es perdonado.—
Manuscrito 46, 1891
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