Página 58 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Nuestro redentor es una piedra de fortaleza, 17 de febrero
Por tanto, el Señor Jehová dice así: He aquí que yo fundo en Sión una
piedra, piedra de fortaleza, de esquina, de precio, de cimiento estable: el
que creyere, no se apresure.
Isaías 28:16
.
Nuestro Redentor es una “Piedra de Fortaleza”. Se ha realizado el ex-
perimento, la gran prueba ha sido aplicada con éxito perfecto. En él se ha
cumplido todo el propósito de Dios para salvar al mundo perdido. Nunca
fundamento alguno fué sometido a una prueba tan severa como esta “Piedra
de Fortaleza”. El Señor Jehová sabía lo que podía soportar esta piedra de
fundamento. Los pecados de todo el mundo podían acumularse sobre ella.
Los elegidos del Señor debían ser perdonados, las puertas del cielo debían
ser abiertas para todo aquel que creyera; sus glorias indecibles debían ser
entregadas a los vencedores.
Cristo es una “Piedra de Fortaleza”, fortalecida por la perversidad del
hombre. Tú, oh, Salvador nuestro, has tomado la carga; tú has dado paz
y reposo; tú has sido probado, probado por creyentes que han llevado sus
dificultades a tu simpatía, sus tristezas a tu amor, sus heridas a tu poder sanador,
su debilidad a tu fortaleza, su vacuidad a tu plenitud; y nunca, nunca ha sido
chasqueada una sola alma, Jesús, mi Piedra de Fortaleza, a ti iré momento
a momento, en tu presencia soy ensalzada sobre todo dolor. “Clamaré a ti,
cuando mi corazón desmayare: a la Peña más alta que yo me conduzcas”.
Salmos 61:2
.
Es nuestro privilegio disfrutar de una dulce comunión con Dios. Su sangre
expiatoria es preciosa para el creyente, preciosa es su justicia que justifica.
“Ella es pues honor a vosotros que creéis”.
1 Pedro 2:7
.
Cuando medito en esta fuente de poder vivificador, a la cual podemos
acudir, lamento que tantos estén perdiendo el gozo que podrían tener si con-
sideraran su verdad. Debemos ser hijos e hijas de Dios, que crezcan hasta
convertirse en un santo templo del Señor. “Ya no sois extranjeros ni adve-
nedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios;
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la princi-
pal piedra del ángulo Jesucristo mismo”.
Efesios 2:19, 20
. Este es nuestro
privilegio.—
The Review and Herald, 19 de marzo de 1895
.
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