Página 59 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Jesús es nuestro mejor amigo, 18 de febrero
El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: y amigo hay más
conjunto que el hermano.
Proverbios 18:24
.
¡Cuán pocos son los que contemplan constantemente al huésped invisible,
comprendiendo que está a su mano derecha! ¡Cuántos son los que ignoran su
presencia! Si tratáramos a otros de la manera en que tratamos a Jesús, ¡cuán
descorteses nos considerarían!
Supongamos que esté con nosotros un amigo, y que en el camino en-
contremos a una persona, y le dirijamos toda nuestra atención a esa nueva
relación, desentendiéndonos de la presencia de nuestro amigo, ¿qué opinión
tendrían los hombres de nuestra lealtad hacia nuestro amigo, de nuestro grado
de respeto hacia él? Y así es como tratamos a Jesús. Nos olvidamos de que
es nuestro compañero. Iniciamos una conversación, y nunca mencionamos su
nombre. ... Hablamos de negocios mundanos, y no deshonramos a Jesús en
las cosas esenciales; pero lo deshonramos cuando dejamos de mencionar su
nombre en nuestras conversaciones con nuestros amigos y asociados. El es
nuestro mejor amigo, y por eso debiéramos buscar la oportunidad de hablar de
él. ... Siempre debiéramos tenerlo en cuenta. Nuestra conversación debiera ser
de tal naturaleza, que no ofenda a Dios.—
The Signs of the Times, 9 de enero
de 1893
.
Yo sé que en muchos corazones surge la pregunta: “¿Dónde puedo en-
contrar a Jesús?” Hay muchos que desean su presencia, su amor y su luz;
pero no saben hacia dónde mirar para encontrar a Aquel por quien suspiran
sus corazones. Y sin embargo, Jesús no se oculta; nadie necesita buscarlo en
vano. El dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz
y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”.
Apocalipsis
3:20
. Jesús nos invita a aceptar su presencia; pero nosotros debemos abrirle
la puerta del corazón, y permitirle la entrada. Pero él no va a compartir un
corazón dividido. Si se ha entregado al servicio de Mammón, y el orgullo y el
egoísmo llenan todas las cámaras, no habrá lugar para el huésped celestial;
él no morará con nosotros, hasta que el templo del alma haya sido vaciado y
limpiado. Sin embargo, no hay necesidad de fracasar en la vida cristiana. Jesús
está esperando para hacer una gran obra en nuestro favor, y todo el cielo está
interesado en nuestra salvación.—
The Review and Herald, 24 de noviembre
de 1885
.
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