Página 96 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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No somos salvados por apoderado, 25 de marzo
Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo
respecto de sí mismo, y no en otro.
Gálatas 6:4
.
Nadie puede servir a Dios mediante apoderado. Hay muchos que dan la
impresión de que piensan que en este mundo hay alguien más poderoso que
Cristo, sobre el cual pueden confiar, y en lugar de ir directamente a Cristo tal
como son, y entregarse sin reservas a él, salen en busca de ayuda humana.
Dios quiere que tengamos una experiencia individual. ... Yo no puedo forjar
un carácter por Ud., y Ud. no puede forjar un carácter por mí.—
The General
Conference Bulletin, 23 de abril de 1901, 424
.
El Evangelio trata con las personas individualmente. Cada ser humano
tiene un alma para salvar o perder. Cada uno tiene una individualidad separada
y diferente de la de todos los demás. Cada uno debe convencerse por sí
mismo, y convertirse por sí mismo. Debe recibir la verdad, arrepentirse, creer
y obedecer por sí mismo. Debe ejercitar su voluntad por sí mismo. ... Cada
uno debe entregarse a Dios por un acto de su propia voluntad.—
Manuscrito
28, 1898, pp. 2
.
El Señor no quiere que se destruya nuestra individualidad; no es su pro-
pósito que dos personas sean exactamente iguales en gustos y disposiciones.
Todos tienen características peculiares, y éstas no deben destruirse, sino edu-
carse, moldearse, transformarse a la similitud de Cristo. El Señor convierte
las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos provechosos. En el
desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los talentos y las habilidades
crecen, si el instrumento humano reconoce el hecho de que sus facultades le
han sido confiadas por Dios, para ser usadas, no con propósitos egoístas, ...
sino para la gloria de Dios y el bien de sus semejantes.—
Carta 20, 1894, pp.
1
.
A cada hombre, Dios—no el hombre—ha dado su obra. Esta es una obra
individual: la formación del carácter según la similitud divina. El lirio no debe
tratar de ser como la rosa. Hay diferencia en la formación de las flores y en los
frutos, pero las características de cada una derivan de Dios. ... Es el propósito
de Dios que aun los hombres mejores no sean todos del mismo carácter. Una
vida consagrada al servicio de Dios, se desarrollará y adquirirá hermosura en
su individualidad.—
Manuscrito 116, 1898, pp. 5
.
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