Página 97 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La parte de Dios y la mía, 26 de marzo
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi
presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en
vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en
vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Filipenses 2:12, 13
.
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. ¿Qué significa esto?
Significa que cada día debéis desconfiar de vuestros esfuerzos humanos y
sabiduría. Debéis temer hablar al azar, temer seguir vuestros propios impulsos,
temer que el orgullo del corazón, y el amor al mundo y a la concupiscencia
de la carne, excluyan la preciosa gracia, que el Señor Jesús anhela derramar
sobre vosotros.—
Manuscrito 42, 1890
.
La obra del hombre, como se desprende de nuestro texto, no es una obra
independiente que él realiza sin Dios. El depende plenamente del poder y de la
gracia del Obrero divino. Muchos yerran en esto, y pretenden que el hombre
debe formar su propia individualidad, independientemente del poder divino.
Pero esto no está de acuerdo con nuestro texto. Otros arguyen que el hombre
está libre de toda obligación, porque Dios lo hace todo,
tanto el querer como el
hacer
. Nuestro texto enseña que la salvación del alma humana requiere que el
poder de la voluntad se sujete a la voluntad divina. ... Y cuando el ser humano
se propone, y decide someter su voluntad y conducta, a la voluntad de Dios y
sus caminos, se enfrenta con un conflicto durísimo y severísimo.—
Carta 135,
1898
.
Al hombre le corresponde una parte en esta gran lucha por la vida eterna;
debe responder a la obra del Espíritu Santo. Se requiere una lucha para romper
los poderes de las tinieblas, pero el Espíritu trabaja en él para realizarlo. Pero
el hombre no es un ser pasivo, que pueda salvarse en la indolencia. Se le exige
que ejercite cada músculo y facultad, en la lucha por la inmortalidad; y sin
embargo, es Dios quien proporciona la eficiencia.—
The Signs of the Times,
11 de mayo de 1896
.
Aquí están las obras de los hombres, y aquí están las obras de Dios. ...
Con estos dos poderes combinados, el hombre saldrá victorioso y recibirá la
corona de vida al final. ... Pone en tensión cada nervio y músculo espiritual,
para llegar a ser un exitoso vencedor en esta obra, y para conseguir la preciosa
dádiva de la vida eterna.—
Manuscrito 13, 1888, pp. 12
.
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