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Las relaciones sociales
La utilidad de los predicadores jóvenes, casados o no, queda a
menudo destruida por el afecto que les profesan las jóvenes. Las
tales no se dan cuenta de que otros ojos se fijan en ellas y que
su conducta puede perjudicar la influencia del predicador a quien
dediquen tanta atención. Sería mucho mejor, tanto para ellas como
para el predicador, atenerse estrictamente a las reglas de la dignidad.
Por no hacerlo ellas, queda el predicador en situación desagradable,
pues a causa de ello, hay quienes lo consideran desfavorablemente
por error.
Pero el peso de este asunto incumbe a los predicadores mismos.
Ellos deben demostrar disgusto por tales atenciones; y si siguen la
conducta que Dios quiere que sigan, no serán molestados mucho
tiempo. Deben rehuir toda apariencia de mal; y cuando dan con
jóvenes muy sociables es deber suyo dejar ver a las tales jóvenes
que esto no les agrada. Deben repeler los avances, aun cuando sean
tenidos por groseros, a fin de evitar oprobio a la causa. Las jóvenes
que hayan sido convertidas a la verdad y a Dios, escucharán la
reprensión, y se reformarán.
* * * * *
Las bromas, los chistes y la conversación mundana pertenecen
al mundo. Los cristianos que tienen la paz de Dios en sus corazones,
estarán alegres y felices sin entregarse a la ligereza o frivolidad.
Mientras velen en oración, tendrán una serenidad y paz que los
elevarán por encima de todas las superfluidades.
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El misterio de la piedad, revelado a la mente del ministro de
Cristo, le levantará por encima de los goces terrenos y sensuales. Será
partícipe de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrupción
que reina en el mundo por la concupiscencia. La comunicación
abierta entre Dios y su alma lo hará fructífero en el conocimiento de
la voluntad de Dios, y abrirá ante él tesoros de temas prácticos que
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