Página 160 - Obreros Evang

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El cuidado en los modales y la indumentaria
El predicador debe recordar que su porte en el púlpito, su actitud,
su manera de hablar, su traje, producen en sus oyentes impresiones
favorables o desfavorables. Debe cultivar la cortesía y el refina-
miento de los modales, y conducirse con una tranquila dignidad
conveniente a su alta vocación. La solemnidad y cierta autoridad
piadosa mezclada con mansedumbre, deben caracterizar su porte.
La grosería y tosquedad no se han de tolerar en la vida común, y
mucho menos en la obra del ministerio. La actitud del predicador
debe estar en armonía con las verdades santas que proclama. Sus
palabras deben ser en todo respecto sinceras y bien elegidas.
Los predicadores no están facultados para actuar en el púlpito
como actores de teatro, asumiendo actitudes y haciendo gestos me-
ramente por el efecto de ello. No son actores, sino maestros de la
verdad. Las acciones desmañadas y turbulentas no prestan fuerza a
la verdad pronunciada; por el contrario, desagradan a los hombres y
mujeres de juicio tranquilo y opiniones rectas.
El predicador que haya aprendido de Cristo, estará siempre cons-
ciente de que es mensajero de Dios, comisionado por él para hacer
una obra cuya influencia ha de perdurar durante toda la eternidad. No
debe de ningún modo formar parte de su objeto el llamar la atención
a sí mismo, su saber o capacidad. Todo su propósito debe reducirse a
traer a los pecadores al arrepentimiento, señalándoles, por precepto
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y ejemplo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Debe
hablar con plena conciencia de que posee poder y autoridad de Dios.
Sus discursos deben tener una seriedad, un fervor, una fuerza de
persuasión, que induzcan a los pecadores a buscar refugio en Cristo.
El cuidado en el vestir es de importante consideración. El predi-
cador debe vestir de una manera que cuadre con la dignidad de su
posición. Algunos predicadores han fracasado en este respecto. En
algunos casos no sólo han manifestado falta de gusto y de ordenado
arreglo de su traje, sino que éste carecía de aseo y buen aspecto.
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