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Obreros Evangélicos
y una variedad demasiado grande de ellos en cada comida. Algunos
siguen la reforma pro salud en teoría solamente. No tienen reglas
para regular su régimen alimenticio, sino que se permiten comer
frutas o nueces entre las comidas y así imponen pesadas cargas a
sus órganos digestivos.
Por causa de imprudencias en el comer, los sentidos de algunos
parecen paralizados, y son perezosos y soñolientos. Estos predica-
dores de cara pálida que sufren como consecuencia de una compla-
cencia egoísta del apetito, no son una buena recomendación para la
reforma pro salud.
Cuando se sufre por exceso de trabajo, sería mucho mejor omitir
de vez en cuando una comida; y así dar a la naturaleza una oportuni-
dad de reponerse. Nuestros obreros podrían hacer más para defender
la reforma pro salud por su ejemplo que predicándola. Cuando
amigos bien intencionados les ofrecen elaboradas preparaciones
culinarias, se sienten muy tentados a violar sus principios; pero al
rehusar los manjares delicados, los condimentos ricos, el té y el café,
demostrarán ser en realidad seguidores prácticos de la reforma pro
salud.
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