Página 243 - Obreros Evang

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El valor
Los siervos de Dios no han de dejarse desanimar fácilmente por
las dificultades o la oposición. Aquellos que proclaman el mensaje
del tercer ángel deben ocupar valientemente su puesto, frente a la
detracción y la mentira, peleando la buena batalla de la fe, y resis-
tiendo al enemigo con el arma que Cristo empleó, a saber, el “Escrito
está.” En la gran crisis por la que habrán de pasar pronto, los siervos
de Dios encontrarán la misma dureza de corazón, la misma cruel
determinación, el mismo odio inexorable, que encontraron Cristo y
los apóstoles.
Todos aquellos que en aquel día malo quieran servir fielmente a
Dios según los dictados de su conciencia, necesitarán valor, firmeza
y conocimiento de Dios y de su Palabra; porque los que sean fieles
a Dios serán perseguidos, sus motivos serán impugnados, sus me-
jores esfuerzos recibirán interpretación falsa, y sus nombres serán
empleados como maleficio.
Satanás trabajará con su poder de engaño para influir en el co-
razón y anublar el entendimiento, para hacer aparecer el mal como
bueno, y el bien como malo. Cuanto más fuerte y pura sea la fe de
los hijos de Dios, y cuanto más firme su resolución a obedecerle,
tanto más fieramente se esforzará Satanás por incitar contra ellos la
ira de aquellos que, al par que se proclaman justos, violan la ley de
Dios. Se requerirá la más firme confianza, el propósito más heroico,
para guardar la fe una vez dada a los santos.
Los mensajeros de la cruz deben armarse de un espíritu vigilante
y de oración, y avanzar con fe y valor, obrando siempre en el nombre
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de Jesús. Deben cifrar su confianza en su Jefe; porque nos esperan
tiempos dificultosos. Los juicios de Dios están cayendo sobre la
tierra. Las calamidades se siguen en rápida sucesión. Pronto se
levantará Dios de su solio para sacudir terriblemente la tierra, y para
castigar a los malos por su iniquidad. Entonces él se levantará en
favor de los suyos, y les concederá su cuidado protector. Echará sus
brazos eternos en derredor de ellos, para escudarlos de todo mal.
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