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Obreros Evangélicos
e influencia. Pero muchos no alcanzarán nunca a descollar en el
púlpito o los negocios, por causa de su falta de fijeza en su propósito,
y la indolencia de los hábitos que contrajeron en su juventud. Se ve
una descuidada falta de atención en cuanto emprenden.
Un impulso repentino de vez en cuando no es suficiente para
lograr una reforma en estos indolentes amantes de la comodidad;
es una obra que requiere paciente perseverancia en el bien hacer.
Los hombres de negocios pueden tener verdadero éxito únicamente
teniendo horas regulares para levantarse, para la oración, para las
comidas y para acostarse. Si el orden y la regularidad son esenciales
en el mundo de los negocios, ¡cuánto más no lo serán en la obra de
Dios!
Muchos desperdician en la cama las alegres horas de la mañana.
Una vez perdidas, estas preciosas horas se fueron para siempre; se
pierden para esta vida y para la eternidad. ¡Qué despilfarro de tiempo
causa en un año la pérdida de una sola hora por día! Piense en ello el
dormilón, y considere cómo dará cuenta a Dios de las oportunidades
perdidas.
Aprovechamiento de los momentos libres
Los predicadores deben dedicar tiempo a leer, estudiar, meditar
y orar. Deben almacenar en su mente conocimientos útiles, fijar en
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la memoria porciones de la Escritura, seguir el curso del cumpli-
miento de las profecías, y aprender las lecciones que Cristo dió a sus
discípulos. Llevad un libro con vosotros para leer mientras viajáis o
esperáis en la estación. Dedicad todo momento libre a hacer algo.
De esta manera se cerrará eficazmente la puerta a mil tentaciones....
Muchos han fracasado, fracasado señaladamente, donde podrían
haber tenido éxito. No sintieron la carga de la obra; tomaron las cosas
tan cómodamente como si hubiesen tenido un milenario temporal
en que trabajar por la salvación de las almas.... La causa de Dios no
necesita tanto predicadores como obreros fervientes y perseverantes
que trabajen para el Maestro. Dios sólo puede medir las facultades
de la mente humana. El no se propuso que el hombre permaneciese
en las bajas regiones de la ignorancia, sino que obtuviese todas las
ventajas de un intelecto iluminado y cultivado.