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Obreros Evangélicos
para alcanzar a todas las clases, inclusive los católicos. Es obra nues-
tra decir la verdad con amor, y no mezclar con ella los elementos
profanos del corazón natural, para decir cosas que delaten el mismo
espíritu que el que anima a nuestros enemigos. Todas las alusiones
mordaces volverán contra nosotros en doble medida cuando el poder
esté en las manos de los que puedan ejercerlo para perjudicarnos.
Una y otra vez me ha sido dado el mensaje de que no debemos
decir una palabra, no debemos publicar una frase, especialmente
acerca de personalidades—a menos que sean positivamente esen-
ciales para defender la verdad,—que hayan de incitar a nuestros
enemigos contra nosotros y enardecer sus pasiones. Nuestra obra
estará pronto terminada; y pronto nos sobrecogerá el tiempo de
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angustia, cual no lo hubo nunca antes y del que tenemos poca idea.
El Señor quiere que sus obreros lo representen a él, el gran obre-
ro misionero. La manifestación de un carácter duro produce siempre
daño. Los atributos esenciales para la vida cristiana deben ser apren-
didos diariamente en la escuela de Cristo. El que es negligente y
descuidado al pronunciar o escribir palabras que serán publicadas y
propaladas por el mundo, y profiere expresiones que nunca podrán
ser retiradas, se está descalificando para llevar la responsabilidad de
la obra sagrada que incumbe a los discípulos de Cristo en este tiem-
po. Los que acostumbran lanzar duras estocadas, están formando
hábitos que se fortalecerán con la repetición, y de los cuales tendrán
que arrepentirse. Debemos examinar cuidadosamente nuestros mo-
dales y nuestro espíritu, y ver de qué manera estamos haciendo la
obra que Dios nos ha dado, una obra que entraña el destino de las
almas. Descansa sobre nosotros la más suprema obligación.
Satanás está listo, y arde de celo para inspirar a toda la confede-
ración de sus agentes y hacerlos unir con los hombres malos, para
imponer a los creyentes de la verdad presto e intenso sufrimiento.
Toda palabra imprudente pronunciada por nuestros hermanos será
atesorada por el príncipe de las tinieblas. ¿Cómo osan los seres
humanos finitos pronunciar palabras descuidadas y atrevidas que
incitarán a las potestades del infierno contra los santos de Dios,
cuando Miguel el arcángel no se atrevió a maldecir a Satanás, y se
contentó con decir: “Jehová te reprenda”?
Nos será imposible evitar las dificultades y los sufrimientos. Je-
sús dijo: “Necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel