Página 299 - Obreros Evang

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Dios no hace acepción de personas
La religión de Cristo eleva al que la recibe a un nivel superior
de pensamiento y acción, al mismo tiempo que presenta a toda la
especie humana como igual objeto del amor de Dios, habiendo sido
comprada por el sacrificio de su Hijo. A los pies de Jesús, los ricos y
los pobres, los sabios y los ignorantes, se encuentran, sin diferencia
de casta o de preeminencia mundanal. Todas las distinciones terre-
nas son olvidadas cuando consideramos a Aquel que traspasaron
nuestros pecados. La abnegación, la condescendencia, la compasión
infinita de Aquel que está muy ensalzado en el cielo, avergüenzan el
orgullo de los hombres, su estima propia y sus castas sociales. La re-
ligión pura y sin mácula manifiesta sus principios celestiales al unir
a todos los que son santificados por la verdad. Todos se reúnen como
almas compradas por sangre, igualmente dependientes de Aquel que
las redimió para Dios.
Los talentos
El Señor ha prestado a los hombres talentos para que los aprove-
chen. Aquellos a quienes él confió dinero han de traer sus talentos
de recursos al Maestro. Los hombres y mujeres influyentes han de
emplear lo que Dios les dió. Aquellos a quienes dotó de sabiduría
han de traer a la cruz de Cristo este don para ser usado para gloria
suya.
Y los pobres tienen su talento, el que puede ser tal vez mayor
que cualquier otro mencionado. Puede ser la sencillez de carácter,
la humildad, la virtud probada, la confianza en Dios. Por medio
de labor paciente, por medio de su completa dependencia de Dios,
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muestran a Jesús su Redentor a aquellos con quienes se asocian.
Tienen un corazón lleno de simpatía para con los pobres, un hogar
para los menesterosos y oprimidos, y su testimonio acerca de lo
que Jesús es para ellos, es claro y decidido. Buscan gloria, honra e
inmortalidad, y su recompensa será la vida eterna.
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