Página 342 - Obreros Evang

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Métodos deficientes
Hay muchos hombres de buen intelecto, entendidos en cuanto
a las Escrituras, cuya utilidad está grandemente estorbada por su
deficiente modo de trabajar. Algunos de los que se dedican a la
obra de salvar almas, no obtienen los mejores resultados porque no
efectúan de una manera cabal la obra que empezaron con mucho
entusiasmo. Otros se aferran tenazmente a nociones preconcebidas,
dándoles preeminencia, por lo cual no adaptan su enseñanza a las
necesidades reales de la gente. Muchos no se dan cuenta de la
necesidad de adaptarse a las circunstancias, y encontrar a la gente
donde está. No se identifican con aquellos a quienes quieren ayudar
a alcanzar la norma bíblica del cristianismo. Algunos carecen de
éxito porque confían únicamente en la fuerza de los argumentos, y
no claman fervorosamente a Dios para que su sabiduría los dirija y
su gracia santifique sus esfuerzos.
Los predicadores deben tener cuidado de no esperar demasiado
de los que están andando a tientas en las tinieblas del error. Deben
hacer bien su obra, confiando en que Dios impartirá a las mentes
indagadoras la influencia misteriosa y vivificadora de su Espíritu
Santo, sabiendo que sin esto sus labores no tendrán éxito. Deben
ser pacientes y sabios para tratar con las mentes, recordando cuán
múltiples son las circunstancias que han desarrollado tales rasgos
diferentes en los individuos. Deben vigilarse constantemente para
que el yo no obtenga la supremacía, y Jesús sea dejado afuera.
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Algunos ministros carecen de éxito porque no dedican un interés
indiviso a la obra, cuando mucho depende de la labor perseverante
y bien dirigida. No son verdaderos obreros; no prosiguen su obra
fuera del púlpito. Rehuyen el deber de ir de casa en casa y trabajar
prudentemente en el círculo familiar. Necesitan cultivar aquella rara
cortesía cristiana que los haría bondadosos y considerados hacia las
almas encargadas a su cuidado, trabajando por ellas con verdadero
fervor y fe, enseñándoles el camino de la vida.
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