Página 343 - Obreros Evang

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Métodos deficientes
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Hay en el ministerio hombres que obtienen un éxito aparente
dominando las mentes por la influencia humana. Juegan a voluntad
con los sentimientos, haciendo llorar a sus oyentes, y haciéndolos reír
a los pocos minutos. Bajo labores de esta clase muchos son movidos
por el impulso a profesar a Cristo, y se cree que se produce un
maravilloso reavivamiento; pero cuando viene la prueba, la obra no
perdura. Los sentimientos están excitados, y muchos son llevados por
la marea que parece dirigirse hacia el cielo; pero la fuerte corriente
de la tentación no tarda en hacerlos volver atrás como resaca. El
obrero se engaña a sí mismo, y lleva a sus oyentes por camino errado.
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Los ministros deben guardarse para no estorbar los propósitos de
Dios con planes propios. Muchos corren el peligro de limitar la obra
de Dios, y confinar su labor a ciertas localidades, y de no cultivar un
interés especial para la causa en todos sus varios departamentos.
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Hay algunos que concentran su atención en un tema, a exclusión
de otros que pueden tener igual importancia. Son hombres de una
sola idea. Toda la fuerza de su ser se concentra en el tema en que la
mente se ejercita por el momento. Este tema favorito es el centro de
sus pensamientos y conversaciones. Pierden de vista toda otra con-
sideración. Se apropian ávidamente de todas las pruebas referentes
a ese tema, y se espacian tanto en ellas que las mentes se cansan al
tratar de seguirlos.
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Algunos ministros cometen el error de suponer que el éxito
depende de atraer una gran congregación por la ostentación externa,
y de dar luego el mensaje de verdad de una manera teatral. Pero
esto es emplear fuego común en vez del fuego sagrado encendido
por Dios mismo. El Señor no queda glorificado por esta manera de
trabajar. No es por avisos alarmantes y costosa ostentación como ha
de llevarse a cabo su obra, sino usando métodos semejantes a los
de Cristo. “No con ejército ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha