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La obra de la temperancia
Entre todos los que se llaman amigos de la temperancia, los
adventistas deben hallarse en primera fila. Durante muchos años
ha resplandecido sobre nuestra senda un raudal de luz concerniente
a los principios de la verdadera reforma, y delante de Dios somos
responsables de dejar resplandecer esta luz a otros. Años ha, consi-
derábamos la difusión de los principios de temperancia como uno
de nuestros deberes más importantes. Debiera serlo también ahora.
Nuestras escuelas y sanatorios han de revelar el poder de la gracia de
Cristo para transformar todo el ser—espíritu, alma y cuerpo. Nues-
tros sanatorios y otras instituciones educacionales deben ser centros
de luz y bendición en la causa de toda reforma verdadera.
Necesitamos actualmente manifestar un interés decidido en la
obra de temperancia de la Unión de Mujeres Cristianas. Nadie que
asevere tomar parte en la obra de Dios, debe dejar de interesarse en
el gran objeto de esta organización, en sus ramos de temperancia.
Sería bueno que en nuestros congresos anuales, invitásemos a los
miembros de dicha Unión a tomar parte en nuestros ejercicios. Esto
les ayudaría a familiarizarse con las razones de nuestra fe, y nos pre-
pararía el camino para unirnos con ellos en la obra de temperancia.
Si lo hacemos, veremos que la cuestión de la temperancia significa
más de lo que muchos de entre nosotros suponen.
En algunas cosas, las dirigentes de la Unión de Mujeres Cris-
tianas están más adelantadas que los que dirigen nuestra obra. El
Señor tiene en esa organización almas preciosas que pueden sernos
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de gran ayuda en nuestros esfuerzos por favorecer el movimiento
de temperancia. La educación que nuestro pueblo ha recibido en
la verdad bíblica y en el conocimiento de las exigencias de la ley
de Dios, habilitará a nuestras hermanas para impartir a estas nobles
defensoras de la temperancia algo que será para su bienestar espiri-
tual. Así se creará unión y simpatía donde en lo pasado existieron a
veces prejuicios y malentendidos. Me ha sorprendido ver la indife-
rencia de algunos de nuestros dirigentes para con esta organización.
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