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La obra por los judíos
Cuando Jerusalén fué destruida y el templo reducido a ruinas,
muchos miles de judíos fueron vendidos, para que fueran esclavos en
países paganos. Como restos de un naufragio en una playa desierta,
fueron esparcidos entre las naciones. Por mil ochocientos años los
judíos han vagado de país en país por todo el mundo, y en ningún
lugar se les ha dado oportunidad de recuperar su antiguo prestigio
como nación. Maldecidos, odiados, perseguidos de siglo en siglo, la
suya ha sido una herencia de sufrimiento.
No obstante la terrible sentencia pronunciada sobre los judíos
como nación en ocasión de su rechazamiento de Jesús de Nazaret,
han vivido de siglo en siglo muchos judíos nobles y temerosos de
Dios, tanto hombres como mujeres, que sufrieron en silencio. Dios
consoló sus corazones en la aflicción, y contempló con piedad su
terrible suerte. Oyó las agonizantes oraciones de aquellos que lo
buscaban con todo corazón en procura de un correcto entendimiento
de su Palabra. Algunos aprendieron a ver en el humilde Nazareno
a quien sus padres rechazaron y crucificaron, al verdadero Mesías
de Israel. Al percibir el significado de las profecías familiares por
tanto tiempo oscurecidas por la tradición y la mala interpretación,
sus corazones se llenaron de gratitud hacia Dios por el indecible don
que otorga él a todo ser humano que escoge aceptar a Cristo como
Salvador personal.
Es a esta clase a la cual Isaías se refiere en su profecía: “Las
reliquias serán salvas.
Desde los días de Pablo hasta ahora, Dios,
por medio de su Santo Espíritu ha estado llamando a los judíos
tanto como a los gentiles. “Porque no hay acepción de personas
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para con Dios,
declaró Pablo. El apóstol se considera a sí mismo
deudor “a griegos y a bárbaros,
tan to como a los judíos; pero
nunca perdió de vista las indiscutibles ventajas de los judíos sobre
Véase
Isaías 10:20-22
.
Romanos 2:11
.
Romanos 1:14
.
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