Página 368 - Obreros Evang

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La siembra y la siega
“Uno es el que siembra y otro es el que siega.
El Salvador dijo
estas palabras antes de la ordenación y envío de sus discípulos. Por
toda Judea, Cristo había estado sembrando las semillas de verdad.
Clara y distintamente, había bosquejado el plan de salvación; porque
la verdad no languidecía nunca en sus labios. La obra terrena del
gran Maestro iba a acabar pronto. Los discípulos habían de seguir
después, segando donde él había sembrado, para que el Sembrador
y los segadores se regocijasen juntos.
Hoy día, en el gran campo de la mies, Dios necesita sembradores
y segadores. Recuerden los que salen a trabajar, algunos para sembrar
y otros para segar, que nunca han de atribuirse la gloria y el éxito de
su obra. Los agentes de Dios han estado antes que ellos preparando
el camino para la siembra de la simiente y la siega de la mies. “Yo os
he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis—dijo Cristo:—otros
labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
El que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para
que el que siembra también goce, y el que siega.
Leed estas pala-
bras con cuidado. Estudiad su significado; porque esbozan el plan
de Dios. Los que siembran la semilla, presentando ante congrega-
ciones grandes y pequeñas la verdad decisiva para este tiempo, a
costa de mucho trabajo, no recogen tal vez siempre la mies. Mu-
chas veces los obreros del Señor encuentran acerba oposición, y su
obra es estorbada. Ellos hacen lo mejor que pueden; con esfuerzo
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ferviente y esmerado, siembran la buena simiente. Pero el elemento
de oposición se vuelve más y más violento. Algunos de los oyentes
pueden estar convencidos de la verdad, pero quedan intimidados
por la oposición manifestada, y no tienen el valor de reconocer sus
convicciones.
Juan 4:37, 38, 36
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Juan 4:37, 38, 36
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Juan 4:37, 38, 36
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