Página 373 - Obreros Evang

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Los presidentes de asociaciones
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no necesitan que se los aconseje, reprenda e instruya. Hermanos, si
tales son vuestros sentimientos, os separaréis de la Fuente de vuestro
poder, y estaréis en peligro. Seréis abandonados a vuestra supues-
ta suficiencia, para hacer como hizo Judas,—traicionar a vuestro
Señor....
No busquéis el consejo de los hombres
Algunas de nuestras asociaciones son débiles en la experiencia
cristiana porque sus dirigentes—y los que siguieron su ejemplo—
han buscado con ansiedad mucho mayor la aprobación del hombre
que la de Dios. Han mirado al hombre más que a Dios para obtener
ayuda y consejo. Han echado sus cargas sobre los hombres, y han
aceptado la sabiduría humana precisamente cuando y donde debieran
haber dependido de Dios. Y con demasiada frecuencia aquellos cuyo
consejo buscaron, necesitaban ayuda ellos mismos; porque sus almas
no estaban en paz con Dios. Los presidentes de nuestras asociaciones
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se han vuelto débiles e ineficientes por hacer de la carne su brazo.
La confianza en la sabiduría del hombre no facilita el crecimiento
en la gracia y el conocimiento de Cristo.
Hermanos, cuando se presentan perplejidades en vuestra asocia-
ción, cuando hay que hacer frente a emergencias, no permitáis que
estas nubes oscuras lleguen hasta la Asociación General, si os es
posible evitarlo. El presidente de la Asociación General no debiera
verse cargado con los asuntos de las asociaciones locales, como ha
sucedido en lo pasado. Si vosotros, con los que están asociados con
vosotros en la obra, no podéis arreglar las dificultades que se pre-
sentan en vuestra asociación, ¿cómo pensáis que un hombre puede
hacer este trabajo para todas las asociaciones? ¿Por qué habríais de
volcar todas vuestras perplejidades y desalientos sobre la recargada
mente y corazón del presidente de la Asociación General? El no
puede comprender la situación tan bien como vosotros que estáis
en el terreno. Al rehuir la responsabilidad, las cruces y las cargas,
al negaros a pensar profundamente y a orar con fervor, y al mirar al
presidente de la Asociación General para que haga vuestra obra y
os ayude a salir de vuestras dificultades, ¿no podéis ver que echáis
sobre él cargas que pondrán su vida en peligro? ¿No tenéis tanto