Página 383 - Obreros Evang

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El cuidado de los obreros
Debe hacerse alguna provisión para el cuidado de los ministros
y otros fieles siervos de Dios que por la exposición a la intemperie
o por recargo de trabajo en su causa hayan enfermado y necesiten
descansar para recuperar su salud, o que por la edad o pérdida de la
salud ya no puedan llevar la carga y el calor del día. Muchas veces
los ministros son destinados a un campo de labor que ellos saben
será perjudicial para su salud; pero, como no quieren rehuir los
lugares penosos, se aventuran a ir, con la esperanza de ser una ayuda
y una bendición para la gente. Después de un tiempo, encuentran
que su salud decae. Se prueba un cambio de clima y de trabajo, sin
obtener alivio; y entonces, ¿qué han de hacer?
Estos obreros fieles, que, por amor a Cristo, renunciaron a las
perspectivas mundanales, eligiendo la pobreza antes que el placer
o las riquezas que, olvidándose de sí mismos, han trabajado ardo-
rosamente para ganar almas para Cristo; que dieron liberalmente
para promover diversas empresas en la causa de Dios, y así cayeron
en la batalla, cansados y enfermos, y sin recursos para sostener-
se, no deben ser abandonados para que luchen en la pobreza y los
padecimientos, o para que sientan que son una carga. Cuando les
sobreviene la enfermedad o alguna dolencia, nuestros obreros no
deben sentirse recargados con la ansiosa preocupación: “¿Qué será
de mi esposa y de mis hijos, ahora que yo no puedo trabajar para
suplir sus necesidades?” No es sino justo que se haga provisión para
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satisfacer las necesidades de estos obreros fieles y de aquellos que
de ellos dependen.
Se hace provisión generosa para los veteranos que pelearon por
su patria. Estos hombres llevan cicatrices y dolencias a través de
toda la vida, que hablan de sus peligrosas contiendas, de sus marchas
forzadas, de su exposición a las tempestades, de sus sufrimientos
en la cárcel. Todas estas pruebas de su lealtad y abnegación les dan
derecho para con la nación que ayudaron a salvar,—un derecho al
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