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Obreros Evangélicos
cual se da reconocimiento y honor. Pero ¿qué provisión han hecho
los adventistas del séptimo día para los soldados de Cristo?
Nuestro pueblo no ha sentido como debiera la necesidad de es-
te asunto, y por lo tanto, lo ha descuidado. Las iglesias han sido
negligentes, y aunque la luz de la Palabra de Dios ha estado resplan-
deciendo sobre su senda, han descuidado este deber muy sagrado.
Al Señor le desagrada mucho esta negligencia para con sus siervos
fieles. Nuestros hermanos deben estar tan dispuestos a ayudar a
estas personas cuando se hallan en circunstancias adversas como lo
estuvieron para aceptar sus recursos y servicio cuando gozaban de
salud.
Dios nos ha impuesto la obligación de dar atención especial a
los pobres que haya entre nosotros. Pero estos ministros y obreros
no han de contarse entre los pobres. Ellos se han hecho en los cielos
un tesoro que no falta. Sirvieron a la asociación en su necesidad, y
ahora la asociación debe servirles a ellos.
Cuando se nos presentan casos de esta clase, no debemos pasar-
los por alto. No debemos decir: “Calentaos y hartaos,
sin tomar
luego medidas activas para suplir sus necesidades. Esto se ha hecho
en lo pasado, y en algunos casos los adventistas del séptimo día han
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deshonrado así su profesión de fe, dando al mundo ocasión de echar
oprobio sobre la causa de Dios.
Es ahora deber del pueblo de Dios quitar este oprobio prove-
yendo a estos siervos de Dios de hogares cómodos con unas pocas
hectáreas de terreno, en que puedan cultivar lo que necesiten, y sentir
que no dependen de la caridad de sus hermanos. ¡Con qué placer
y paz considerarían estos cansados obreros un tranquilo hogarcito
donde sus justos derechos al descanso serían reconocidos! ...
Nuestros sanatorios como refugio para los obreros
Muchas veces, estos ministros necesitan cuidados y tratamientos
especiales. Nuestros sanatorios deben ser un refugio para los tales, y
para todos nuestros cansados obreros que necesitan reposo. Deben
proveérseles piezas donde puedan tener un cambio y descanso, sin
una continua ansiedad acerca de cómo harán frente a los gastos.
Cuando los discípulos estaban cansados de trabajar, Cristo les dijo:
Santiago 2:16
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