Página 458 - Obreros Evang

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La recompensa del servicio
“Cuando haces comida o cena—dijo Cristo,—no llames a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos,
porque también ellos no te vuelvan a convidar, y te sea hecha com-
pensación. Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los
mancos, los cojos, los ciegos; y serás bienaventurado; porque no te
pueden retribuir; mas te será recompensado en la resurrección de los
justos.
En estas palabras Cristo presenta un contraste entre las prácticas
egoístas del mundo, y el ministerio desinteresado del cual dió un
ejemplo en su propia vida. Para el tal ministerio, no ofrece ninguna
recompensa de ganancia o reconocimiento mundanales. “Te será
recompensado en la resurrección de los justos,” dice. Entonces los
resultados de cada vida serán puestos de manifiesto, y cada uno
segará lo que sembró.
Este pensamiento debiera proporcionar estímulo y aliento a ca-
da obrero de Dios. En esta vida el trabajo que hacemos por Dios
parece a menudo casi infructuoso. Nuestros esfuerzos para hacer
bien pueden ser fervientes y perseverantes, sin que podamos ver sus
resultados. El esfuerzo puede parecernos perdido. Pero el Salvador
nos asegura que nuestra obra queda anotada en el cielo, y que la
recompensa no puede faltar. El apóstol Pablo escribiendo inspirado
por el Espíritu Santo, dice: “No nos cansemos, pues, de hacer bien;
que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado.
Y en las
palabras del salmista leemos: “Irá andando y llorando el que lleva
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la preciosa simiente; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus
gavillas.
Aunque la gran recompensa final se dará cuando Cristo venga,
el servicio fiel hecho de todo corazón para Dios reporta una recom-
pensa, aun en esta vida. El obrero tendrá que afrontar obstáculos,
Lucas 14:12-14
.
Gálatas 6:9
.
Salmos 126:6
.
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