Página 48 - Obreros Evang

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Cristo como maestro
El Redentor del mundo anduvo haciendo bienes. Cuando esta-
ba delante de la gente, diciéndoles las palabras de verdad eterna,
¡con qué fervor observaba los cambiantes rostros de sus oyentes!
Las caras que expresaban profundo interés y placer al escuchar sus
palabras, le proporcionaban gran satisfacción. Y cuando la verdad,
claramente expresada, hacía alusión a algún pecado o ídolo acari-
ciado, él notaba el cambio en el rostro, la expresión fría, severa y
resentida, que indicaban que la verdad no era bienvenida. Jesús sabía
que la clara reprensión del pecado era precisamente lo que sus oyen-
tes necesitaban; y que la luz que él derramaba en las oscurecidas
cámaras de sus mentes habría sido para ellos la mayor bendición, si
la hubiesen aceptado.
La obra de Cristo consistía en trazar en líneas sencillas, de fácil
comprensión, verdades que, obedecidas, reportarían paz y felicidad
al alma. Podía mirar debajo de la superficie, y ver los pecados acari-
ciados que arruinaban la vida y el carácter, y separaban las almas de
Dios. El señalaba estos pecados, a fin de que todos pudiesen verlos
en la verdadera luz, y desecharlos. En algunos que presentaban el
exterior más endurecido, él discernía personas que daban esperanzas.
El sabía que responderían a la luz, y que llegarían a ser verdaderos
seguidores suyos.
Cuando las saetas de la verdad atravesaban los corazones de los
oyentes de Cristo, derribando las vallas de egoísmo y produciendo
humillación, contrición, y finalmente gratitud, el corazón del Sal-
vador se alegraba. Cuando sus ojos examinaban la muchedumbre
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que lo rodeaba, y entre ella reconocía las mismas caras que había
visto en ocasiones anteriores, su rostro expresaba gozo, porque había
personas que daban esperanzas de ser súbditos de su reino.
Los mensajeros de Cristo, aquellos a quienes él manda en su
lugar, deberán tener los mismos sentimientos, el mismo interés fer-
viente. Y aquellos que están tentados a pensar que su labor no es
apreciada, y se inclinan a desalentarse, deben recordar que Jesús
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