Página 62 - Obreros Evang

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Los jóvenes en el ministerio
No debe empequeñecerse el ministerio evangélico. Ninguna
empresa debe dirigirse de modo que haga considerar al ministerio
de la palabra como asunto inferior. No lo es. Los que empequeñecen
el ministerio menoscaban a Cristo. La más elevada de todas las
ocupaciones es el ministerio en sus varias modalidades, y siempre
debe recordarse a la juventud que no hay obra más bendecida de
Dios que la del ministro evangélico.
No se desvíe a nuestros jóvenes del propósito de entrar en el
ministerio. Hay peligro de que por medio de brillantes presentacio-
nes algunos sean apartados de la senda en la que Dios les pide que
anden. A algunos que debieran estar preparándose para entrar en el
ministerio se los ha estimulado a seguir un curso de medicina. El
Señor pide que haya más ministros que trabajen en su viña. Fueron
dichas las palabras: “Fortaleced las avanzadas; haya centinelas fieles
en todas partes del mundo.” Dios os llama a vosotros, jóvenes. El
llama a ejércitos enteros de jóvenes de gran corazón y mente, que
tengan un amor profundo por Cristo y la verdad.
La medida de capacidad o saber es de importancia mucho menor
que el espíritu con que os dediquéis a la obra. Lo que el ministerio
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necesita no son grandes hombres ni sabios; no son predicadores
elocuentes. Dios llama a hombres que se entreguen a él para ser
imbuidos de su Espíritu. La causa de Cristo y la humanidad requieren
hombres santificados, abnegados, que puedan salir del campamento
y llevar el oprobio; hombres que sean fuertes y valientes, idóneos
para empresas dignas, y que hagan un pacto con Dios con sacrificio.
En el ministerio no hay lugar para los ociosos. Los siervos de
Dios han de dar amplia prueba de su ministerio. No serán perezosos,
sino que como expositores de su Palabra dedicarán la suma de
sus energías a ser fieles. Nunca deben dejar de aprender. Han de
mantener sus almas conscientes del carácter sagrado de la obra y de
las grandes responsabilidades de su vocación, para que en ninguna
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