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Los obreros y la cultura de la voz
En toda nuestra obra ministerial, debe dedicarse a la cultura de
la voz más atención de la que se le presta. Podemos tener conoci-
mientos, pero a menos que sepamos emplear la voz correctamente,
nuestra obra será un fracaso. A menos que revistamos nuestras ideas
de lenguaje apropiado, ¿de qué nos servirá nuestra educación? El
saber nos será poco útil a menos que cultivemos el talento del ha-
bla; pero es un poder maravilloso cuando está combinado con la
capacidad de decir palabras prudentes, de ayuda y de decirlas de una
manera que atraiga la atención.
Los alumnos que esperan llegar a ser obreros en la causa de Dios
deben ser educados para hablar de una manera clara y directa, o de
lo contrario se verán privados de la mitad de su influencia para el
bien. La capacidad de hablar clara y llanamente, en tono pleno y
bien modulado, es inestimable en cualquier ramo de trabajo. Es una
calificación indispensable en aquellos que desean ser predicadores,
evangelistas, obreros bíblicos o colportores. Aquellos que se propo-
nen entrar en estos ramos de la obra deben ser enseñados a emplear
la voz de tal manera que cuando hablen a la gente acerca de la ver-
dad, produzcan una decidida impresión para bien. No se debe restar
méritos a la verdad comunicándola mediante una pronunciación
defectuosa.
El colportor encontrará que le es de mucha ayuda en su obra
poder hablar clara y distintamente de los méritos del libro que desea
vender. Puede tener oportunidad de leer un capítulo de su libro, y
por la música de su voz y el énfasis dado a las palabras, puede hacer
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resaltar la escena presentada a la mente del oyente tan claramente
como si la pudiese ver en realidad.
El que dirija estudios bíblicos en la congregación o en la familia
debe poder leer con suave y musical cadencia que encante a sus
oyentes.
Los ministros del Evangelio deben saber hablar con poder y ex-
presión, haciendo tan expresivas e impresionantes las palabras de
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