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Obreros Evangélicos
vida eterna que los oyentes no puedan menos que sentir su peso. Me
conduelo al oír la voz defectuosa de muchos de nuestros predicado-
res. Los tales privan a Dios de la gloria que podría recibir si ellos se
hubiesen preparado para hablar la palabra con poder.
Venciendo defectos
Ningún hombre debe considerarse calificado para entrar en el
ministerio antes de haber vencido por esfuerzos perseverantes todo
defecto de pronunciación. Si intenta hablar a la gente sin saber em-
plear el talento del habla, se perderá la mitad de su influencia, porque
tendrá poco poder para cautivar la atención de una congregación.
Cualquiera que sea su vocación, cada persona debe aprender a
dominar su voz, de modo que cuando se suscite alguna divergencia,
no hable en tono que despierte las peores pasiones del corazón.
Demasiado a menudo el que habla y la persona a quien se dirige
hablan aguda y duramente. Las palabras dictatoriales, perentorias,
pronunciadas en tono duro y áspero, han separado amigos y dado
por resultado la pérdida de almas....
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En la reunión de testimonios, hay una necesidad especial de
pronunciar clara y distintamente, para que todos puedan oír los
testimonios dados y recibir los beneficios de ellos. Se suprimen
dificultades y se proporciona ayuda cuando los hijos de Dios relatan
su experiencia en la reunión de testimonios. Pero con demasiada fre-
cuencia, los testimonios se pronuncian defectuosa e indistintamente,
y es imposible obtener una idea correcta de lo que se dice. Así se
pierde a menudo la bendición.
Pronuncien sus palabras debidamente los que oran y los que
hablan; háganlo en tono claro, distinto y firme. La oración, si se
hace de una manera apropiada, es un poder para el bien. Es uno de
los medios empleados por el Señor para comunicar al pueblo los
preciosos tesoros de verdad. Pero muchas veces no es lo que debiera
ser, por causa de las voces defectuosas de los que la elevan. Satanás
se regocija cuando es casi imposible oír las oraciones ofrecidas a
Dios.
Aprenda el pueblo de Dios a hablar y orar de una manera que
represente apropiadamente las grandes verdades que poseemos. Sean
claros y distintos los testimonios dados y las oraciones formuladas.