La comisión de manuscritos
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dosos para no usar fuego común en lugar del fuego sagrado. Deben
velar, orar y ser cuidadosos para que su propio corazón esté bajo
el control del Espíritu de Dios. Si, como Daniel, son hombres de
ferviente oración, serán cuidadosos en sus palabras y conducta. No
se exaltarán a sí mismos, sino amarán y temerán a Dios, y respetarán
a sus hermanos. Orarán pidiendo gracia para mantenerse fieles y
sin mancha de egoísmo en su relación con la obra de Dios. No se
descuidará, ni se oirán quejas, ni se tomarán medidas injustas contra
un hombre a quien Dios ha usado en su obra...
Los hombres colocados para juzgar si un libro es digno de publi-
cación deberían ser pocos y bien elegidos. Los hombres que nunca
escribieron un libro, ni tuvieron experiencia en esta línea de trabajo,
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no pueden tener una clara percepción de estos temas, y nunca debe-
rían ser puestos en una comisión para juzgar o estimar el valor de un
libro. Ellos pueden hablar de esos temas como si fueran competentes
para juzgar, pero ignoran el tema que se presenta ante ellos...
Muchos libros no se han publicado para la gloria de Dios, sino
sencillamente porque los autores deseaban hacer un libro. Los hom-
bres han considerado que tenían el derecho de poner en circulación
libros que no eran de ningún modo necesarios, para ganar un poco de
dinero para sí mismos. Otras personas sintieron que su producción
era necesaria, y se ofendieron mucho cuando no se los reconoció
como autores...
El Señor quiere tener en relación con su obra a hombres de
juicio sólido, pues de otro modo el mundo se inundará con una
clase de publicaciones que sería mejor no tener. Y su pueblo ha de
aprender a hacer justicia, a amar misericordia y a humillarse ante su
Dios.—
Carta 208, 1899
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