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El otro Poder
de su vida. Y los portaestandartes que cayeron por la muerte han
de hablar por medio de la reimpresión de sus escritos. Se me ha
instruido que de esta manera se oirá su voz. Han de dar su testimonio
de lo que constituye la verdad para este tiempo.
No recibamos las palabras de los que vienen con un mensaje que
contradiga los puntos esenciales de nuestra fe. Reúnen gran cantidad
de textos de las Escrituras y los apilan como prueba de las teorías
que sostienen. Esto se ha hecho una y otra vez durante los últimos
cincuenta años. Mientras las Escrituras sean la palabra de Dios y
deba ser respetada, si la aplicación de ellas modifica siquiera un
pilar del fundamento que Dios ha sostenido estos cincuenta años,
se comete un gran error. El que haga tal aplicación no conoce la
maravillosa demostración del Espíritu Santo, que dio poder y fuerza
a los mensajes pasados que llegaron al pueblo de Dios.—
Preach the
Word, 5 (1905)
.
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