Página 29 - El otro Poder (1996)

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Actitud hacia una nueva luz
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Vivimos en tiempos peligrosos y no es apropiado que aceptemos
todo lo que se pretende que sea verdad sin examinarlo minuciosa-
mente; ni podemos rechazar nada que lleve los frutos del Espíritu
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de Dios. Pero deberíamos ser enseñables, mansos y humildes de
corazón. Algunos se oponen a todo lo que no esté de acuerdo con
sus propias ideas, y al hacerlo ponen en peligro sus intereses eternos
tan ciertamente como lo hizo la nación judía al rechazar a Cristo.
El Señor desea que nuestras opiniones sean sometidas a prueba,
para que veamos la necesidad de examinar de cerca los oráculos
vivientes para ver si estamos en la fe o no. Muchos que pretenden
creer la verdad se han sentido satisfechos diciendo: “Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”.
Apocalipsis
3:17
.—
The Review and Herald, 20 de diciembre de 1892
.
Cómo investigar las Escrituras
—¿Cómo investigaremos las
Escrituras? ¿Hemos de clavar las estacas doctrinales una por una y
luego procurar que la Escritura se ajuste a nuestras opiniones esta-
blecidas? ¿O tomaremos nuestras ideas y conceptos de la Escritura
y mediremos nuestras teorías desde todo ángulo por la palabra de
verdad? Muchos que leen y enseñan la Biblia no comprenden la
preciosa verdad que están estudiando o enseñando.
Los hombres creen errores, cuando la verdad está claramente
señalada. Si sólo trajeran sus doctrinas hasta la Palabra de Dios
en vez de leer la Biblia a la luz de sus doctrinas para demostrar
que sus ideas son correctas, no andarían en tinieblas y ceguedad ni
acariciarían el error. Muchos dan a la Palabra de Dios un significado
que se adecua a sus propias opiniones, y se desvían a sí mismos y
engañan a otros por sus falsas interpretaciones de la Palabra de Dios.
Al ponernos a estudiar la Palabra de Dios deberíamos hacerlo
con corazón humilde. Todo egoísmo, todo amor a la originalidad
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debería ponerse a un lado. Las opiniones sostenidas durante mucho
tiempo no han de ser consideradas infalibles. La falta de disposición
para abandonar las tradiciones por largo tiempo establecidas fueron
la ruina de los judíos. Estaban decididos a no ver ninguna falla en
sus propias opiniones o en sus exposiciones de las Escrituras. Pero,
por más tiempo que los hombres hayan sostenido ciertos puntos de
vista, si éstos no están claramente sustentados por la palabra escrita,
deberían ser descartados. Los que sinceramente desean la verdad no
vacilarán en abrir sus posiciones para la investigación y la crítica, y