Página 50 - El otro Poder (1996)

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El otro Poder
Decir menos
—Hay necesidad de un estudio mucho más profun-
do de la palabra de Dios. Especialmente se debería prestar atención
a Daniel y Apocalipsis como nunca antes en la historia de nuestro
trabajo. Tal vez tengamos menos que decir en algunos aspectos,
respecto del poder romano y el papado, pero deberíamos llamar la
atención a lo que los profetas y apóstoles escribieron bajo la inspi-
ración del Espíritu de Dios. El Espíritu Santo ha dado forma a los
temas, tanto al dar la profecía como en los acontecimientos descritos,
para enseñarnos que el agente humano debe quedar fuera de la vista,
escondido en Cristo, y el Señor Dios del cielo y su ley han de ser
exaltados.—
Carta 57, 1896
.
Ningún artículo condenatorio
—La luz que tengo que dar a
nuestro pueblo es: No se impriman discursos condenatorios en nues-
tras publicaciones. Un gran número de preciosos seres humanos
están a tientas en la oscuridad; sin embargo anhelan, oran y lloran
por la verdad. Así ocurre en las iglesias de todas partes.—
Manuscrito
46, 1900
.
Sin hiel
—Un artículo que usted escriba puede ser todo verdad,
pero una gota de hiel lo envenenará para el lector. Un lector des-
cartará sus palabras buenas y aceptables por causa de esa gota de
veneno. En cambio, otro se alimentará del veneno, porque ama esas
palabras ásperas.—
Carta 91, 1899
.
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Enfrentaremos a los lectores en el juicio (reprensión a un
articulista)
—Se me ha llamado la atención a los artículos que usted
publica en nuestros periódicos con referencia a la Unión de Mujeres
Cristianas Temperantes. En la obra de temperancia todos los miem-
bros deberían estar sobre la plataforma de la unión. Es natural en
usted dar apariencia de oposición, pero no es ése el plan de Cristo.
Usted está construyendo barricadas que no deberían existir. Después
de leer sus artículos, quienes nada saben de nuestra fe, ¿se sentirán
inclinados a unirse con nosotros? El tono de sus artículos suena a
farisaísmo. El hombre que espera iluminar a un pueblo engañado
debe acercarse a ellos y trabajar por ellos con amor. Debe llegar a
ser un centro de santas influencias...
Las ideas expresadas en sus artículos tienen tanto gusto a antago-
nismo que usted hará más daño de lo que puede imaginar. Recuerde
que si por el uso imprudente de su pluma usted cerrara la puerta
a una sola persona, ese individuo lo enfrentará en el juicio. ¡Oh,