Página 90 - El otro Poder (1996)

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El otro Poder
en los profetas—dijo Jesús—: Y serán todos enseñados por Dios.
Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste
ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí,
tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron
el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende
del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo
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que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mundo...”
“De cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en
el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en
mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y
yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá
por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros
padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan,
vivirá eternamente... El espíritu es el que da vida; la carne para nada
aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son
vida”.
Juan 6:45-58, 63
.
Si se estudiaran estas palabras y fueran claramente comprendi-
das, producirían gozo y luz, pero algunos nunca verán su belleza e
importancia. “Las palabras que yo os he hablado—dijo Jesús—son
espíritu y son vida”.
Juan 6:63
. La perfecta excelencia se encuentra
sólo en la Palabra del Dios viviente. Los educadores de los jóvenes
pueden alimentarse libremente de ella con seguridad, pero deberían
saber que hay peligro en alimentarse de otros libros, aunque haya
muchas cosas excelentes en ellos.
Distintos del mundo
—Procuren los directores de nuestras re-
vistas atraer la atención de sus lectores hacia el Libro de los libros,
y hacia los libros y revistas que presentan la palabra de Dios en su
verdadera dimensión. Cuando el Espíritu Santo controle a los que
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escriben para nuestras revistas, se presentará más de la palabra de
Dios y menos de las ideas de los hombres. Cuando nuestros redacto-
res se sienten a los pies de Jesús y aprendan de él, que es infinito en
sabiduría, comprenderán por una experiencia espiritual viviente qué