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Capítulo 9—El poder de la oración
La oración aumenta la fortaleza espiritual
No será vana la petición de los que buscan a Dios en secreto,
confiándole sus necesidades y pidiéndole ayuda. “Tu Padre que ve
en lo secreto te recompensará en público”. Si nos asociamos diaria-
mente con Cristo, sentiremos en nuestro derredor los poderes de un
mundo invisible; y mirando a Cristo, nos asemejaremos a él. Con-
templándolo, seremos transformados. Nuestro carácter se suavizará,
se refinará y ennoblecerá para el reino celestial. El resultado seguro
de nuestra comunión con Dios será un aumento de piedad, pureza y
celo. Oraremos con inteligencia cada vez mayor. Estamos recibien-
do una educación divina, la cual se revela en una vida diligente y
fervorosa.
El alma que se vuelve a Dios en ferviente oración diaria para
pedir ayuda, apoyo y poder, tendrá aspiraciones nobles, conceptos
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claros de la verdad y del deber, propósitos elevados, así como sed
y hambre insaciable de justicia. Al mantenernos en relación con
Dios, podremos derramar sobre las personas que nos rodean la luz,
la paz y la serenidad que imperan en nuestro corazón. La fuerza
obtenida al orar a Dios, sumada a los esfuerzos infatigables para
acostumbrar la mente a ser más considerada y atenta, nos prepara
para los deberes diarios, y preserva la paz del espíritu, bajo todas las
circunstancias.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 72, 73
.
Puede hallarse fuerza y gracia en la oración. El amor sincero ha
de ser el principio que rija el corazón.—
El Hogar Cristiano, 111
.
Dedique su mente a las cosas espirituales. Evite que su mente
se espacie en sus problemas. Cultive un espíritu contento y ale-
gre. Usted habla demasiado de cosas intrascendentes. Con esto no
obtiene fuerza espiritual. Si la energía gastada en conversación la
dedicara a la oración, recibiría fuerza espiritual y alabaría a Dios en
su corazón.—
Testimonios para la Iglesia 2:387
.
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