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La Oración
de las muchedumbres que lo seguían día tras día. Debía apartarse
de una vida de incesante actividad y contacto con las necesidades
humanas, para buscar retraimiento y comunión directa con su Pa-
dre. Como uno de nosotros, participante de nuestras necesidades
y debilidades, dependía enteramente de Dios, y en el lugar secreto
de oración, buscaba fuerza divina, a fin de salir fortalecido para
hacer frente a los deberes y las pruebas. En un mundo de pecado,
Jesús soportó luchas y torturas del alma. En la comunión con Dios,
podía descargarse de los pesares que lo abrumaban. Allí encontraba
consuelo y gozo.
En Cristo el clamor de la humanidad llegaba al Padre de compa-
sión infinita. Como hombre, suplicaba al trono de Dios, hasta que su
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humanidad se cargaba de una corriente celestial que conectaba a la
humanidad con la divinidad. Por medio de la comunión continua,
recibía vida de Dios a fin de impartirla al mundo. Su experiencia ha
de ser la nuestra.
“Venid vosotros aparte,” nos invita. Si tan solo escuchásemos su
palabra, seríamos más fuertes y más útiles. Los discípulos buscaban
a Jesús y le relataban todo; y él los estimulaba e instruía. Si hoy
tomásemos tiempo para ir a Jesús y contarle nuestras necesidades,
no quedaríamos chasqueados.—
El Deseado de Todas las Gentes,
330
.
El Varón de dolores derrama sus súplicas con fuerte clamor
y lágrimas. Implora fuerzas para soportar la prueba en favor de
la humanidad. Él mismo debe establecer nueva comunión con la
Omnipotencia, porque únicamente así puede contemplar lo futuro.
Y vuelca los anhelos de su corazón en favor de sus discípulos, para
que en la hora del poder de las tinieblas no les falte la fe. El rocío
cae sobre su cuerpo postrado, pero él no le presta atención. Las
espesas sombras de la noche le rodean, pero él no considera su
lobreguez.—
El Deseado de Todas las Gentes, 388, 389
.
Cuando Jesús fue al desierto, estaba rodeado por la gloria del
Padre. Completamente entregado a la comunión con Dios, fue eleva-
do por encima de la debilidad humana. Pero se retiró la gloria y fue
dejado para luchar con la tentación. Ella lo oprimió cada momento.
Su naturaleza humana rehuía el conflicto que lo aguardaba. Ayunó y
oró durante cuarenta días. Débil y extenuado por el hambre, agotado
y macilento con agonía mental, “fue desfigurado de los hombres su