Página 243 - La Oraci

Basic HTML Version

La dirección divina y la oración
239
Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto
diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos
tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo
indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios
y será cada vez mas semejante a la de Cristo.—
El Camino a Cristo,
69, 70
.
Debéis aprender a mirar con la mente tanto como con los ojos.
Debéis educar el juicio para que no sea débil e ineficiente. Debéis
orar en busca de dirección y confiar vuestros caminos al Señor.
Debéis cerrar el corazón a toda necedad y pecado, y abrirlo a toda
influencia celestial. Debéis emplear la mayor parte del tiempo y las
oportunidades en el desarrollo de un carácter simétrico.—
Hijos e
Hijas de Dios, 285
.
[267]
Orar pidiendo dirección divina en cualquier momento y lugar
No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios. No
hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente
oración. En medio de las multitudes y del afán de nuestros negocios,
podemos ofrecer a Dios nuestras peticiones e implorar la divina
dirección, como lo hizo Nehemías cuando hizo la petición delante
del rey Artajerjes. En dondequiera que estemos podemos estar en
comunión con él. Debemos tener abierta continuamente la puerta
del corazón, e invitar siempre a Jesús a venir y morar en el alma
como huésped celestial.—
El Camino a Cristo, 99
.
La facultad de orar como oró Nehemías en el momento de su
necesidad es un recurso del cual dispone el cristiano en circunstan-
cias en que otras formas de oración pueden resultar imposibles. Los
que trabajan en las tareas de la vida, apremiados y casi abrumados
de perplejidad, pueden elevar a Dios una petición para ser guiados
divinamente. Cuando los que viajan, por mar o por tierra, se ven
amenazados por algún grave peligro, pueden entregarse así a la pro-
tección del cielo. En momentos de dificultad o peligro repentino,
el corazón puede clamar por ayuda a Aquel que se ha comprome-
tido a acudir en auxilio de sus fieles creyentes cuando quiera que
le invoquen. En toda circunstancia y condición, el alma cargada de
pesar y cuidados, o fieramente asaltada por la tentación, puede hallar
seguridad, apoyo y socorro en el amor y el poder inagotables de un