Recibir para dar
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Cuando con fervor e intensidad expresamos una oración en el nom-
bre de Cristo, hay en esa misma intensidad una prenda de Dios que
nos asegura que él está por contestar nuestra oración “mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos”.
Efesios 3:20
.
Cristo dijo: “Todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibi-
réis, y os vendrá”.
Marcos 11:24
. “Todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”.
Juan 14:13
. Y el amado Juan, por la inspiración del Espíritu Santo,
dice con gran claridad y certeza: “Si demandáremos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peti-
ciones que le hubiéremos demandado”.
1 Juan 5:14, 15
. Presentad,
pues, vuestra petición ante el Padre en el nombre de Jesús. Dios
honrará tal nombre.
El arco iris rodea el trono como una seguridad de que Dios
es verdadero, que en él no hay mudanza ni sombra de variación.
Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin embargo,
él mismo ha puesto en nuestros labios la más maravillosa de las
súplicas: “Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el
trono de tu gloria: acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros”.
Jeremías 14:21
. Cuando venimos a él confesando nuestra indignidad
y pecado, él se ha comprometido a atender nuestro clamor. El honor
de su trono está empeñado en el cumplimiento de la palabra que nos
ha dado.
A semejanza de Aarón, que simbolizaba a Cristo, nuestro Salva-
dor lleva los nombres de todos sus hijos sobre su corazón en el Lugar
Santo. Nuestro gran Sumo Sacerdote recuerda todas las palabras
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por medio de las cuales nos ha animado a confiar. Nunca olvida su
pacto.
Todo el que pida recibirá. A todo el que llame se le abrirá. No se
presentará la excusa: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada;
no quiero abrirla. A nadie se le dirá jamás: No puedo ayudarte.
Aquellos que pidan pan a medianoche para alimentar a las almas
hambrientas, tendrán éxito.
En la parábola aquel que pedía para el forastero recibió todo lo
que había menester. ¿Y en qué medida nos concederá Dios a fin de
que podamos impartir a los demás? “Conforme a la medida del don
de Cristo”.
Efesios 4:7
. Los ángeles observan con intenso interes