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La Oración
aquel que pide, encuentra. Seamos fervientes. Busquemos a Dios de
todo corazón. La gente empeña el alma y pone fervor en todo lo que
emprende en sus realizaciones temporales, hasta que sus esfuerzos
son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended el oficio
de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un
esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su
rica gracia.
Clamad a Dios con sinceridad y alma hambrienta. Luchad con
los agentes celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo
vuestro ser, vuestra alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor,
y resolved que seréis sus instrumentos vivos y consagrados, movi-
dos por su voluntad, controlados por su mente, e imbuidos por su
Espíritu.
Contadle a Jesús con sinceridad vuestras necesidades. No se
requiere de vosotros que sostengáis una larga controversia con Dios,
o que le prediquéis un sermón, sino que, con un corazón afligido a
causa de vuestros pecados, digáis: “ Sálvame, Señor, o pereceré”.
Para estas almas hay esperanza. Ellas buscarán, pedirán, golpearán
y encontrarán. Cuando Jesús haya quitado la carga del pecado que
quebranta el alma, experimentaréis la bendición de la paz de Cristo.—
Dios nos Cuida, 111
.
La oración por perdón es respondida siempre y de inmedia-
to
—En algunos casos de curación, Jesús no concedió inmediatamen-
te la bendición pedida. Pero en el caso del leproso, apenas hecha la
súplica fue concedida. Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal
vez la respuesta a nuestra oración sea dilatada, o Dios nos dé algo
diferente de lo que pedimos, pero no sucede así cuando pedimos
liberación del pecado. Él quiere limpiarnos del pecado, hacernos
hijos suyos y habilitarnos para vivir una vida santa. Cristo “ se dio a
sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo
malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro”.
Gálatas 1:4
.
Y “ésta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos
alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él
[117]
nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tene-
mos las peticiones que le hubiéremos demandado”.
1 Juan 5:14, 15
.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos per-
done nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.
Juan 1:9
.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 231, 232
.