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Hombres y mujeres de oración
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Prosiguió repasando su vida para ver dónde había fallado en honrar a
Dios; confesó sus pecados, y así continuó afligiendo su alma delante
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de Dios mientras vigilaba para ver si había una señal de que su
oración había sido contestada. Mientras escudriñaba su corazón, se
sentía cada vez más pequeño, tanto en su propia estimación como a
la vista de Dios. Le parecía que no era nada, y que Dios era todo; y
cuando llegó al punto de renunciar al yo, entre tanto que se aferraba
del Salvador como su única fortaleza y justicia, vino la respuesta.—
Comentario Bíblico Adventista 2:1029
.
David
La caída de David es un llamado a no descuidar la oración
Dios quiso que la historia de la caída de David sirviera como una
advertencia de que aun aquellos a quienes él ha bendecido y favore-
cido grandemente no han de sentirse seguros ni tampoco descuidar
el velar y orar. Así ha resultado para los que con humildad han
procurado aprender lo que Dios quiso enseñar con esa lección. De
generación en generación, miles han sido así inducidos a darse cuen-
ta de su propio peligro frente al poder tentador del enemigo común.
La caída de David, hombre que fue grandemente honrado por el
Señor, despertó en ellos la desconfianza de sí mismos. Compren-
dieron que sólo Dios podía guardarlos por su poder mediante la fe.
Sabiendo que en él estaba la fortaleza y la seguridad, temieron dar el
primer paso en tierra de Satanás.—
Patriarcas y Profetas, 783, 784
.
Dios respondió a la oración de David pidiendo perdón
—Una
de las más fervientes oraciones registradas en la Palabra de Dios es la
de David cuando suplicó: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”.
La respuesta de Dios frente a una oración tal es: Te daré un corazón
nuevo. Esta es una obra que ningún hombre finito puede hacer. Los
hombres y mujeres deben comenzar por el principio: buscar a Dios
con sumo fervor en procura de una verdadera experiencia cristiana.
Deben sentir el poder creador del Espíritu Santo. Deben recibir el
nuevo corazón, es decir tienen que mantenerlo dócil y tierno por la
gracia del cielo. Debe limpiarse el alma del espíritu egoísta. Deben
trabajar fervientemente y con humildad de corazón, acudiendo cada
uno a Jesús en busca de conducción y valor. Entonces el edificio,
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