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La Oración
ciones que le hubiéremos demandado”.
Hebreos 11:6
;
1 Juan 5:14,
15
. Con la fe perseverante de Jacob, con la persistencia inflexible de
Elías, podemos presentar nuestras peticiones al Padre, solicitando
todo lo que ha prometido. El honor de su trono está empeñado en el
cumplimiento de su palabra.—
Profetas y Reyes, 114-116
.
[141]
Elías perseveró en oración hasta que vino la respuesta
—Se
nos presentan importantes lecciones en la experiencia de Elías. Cuan-
do en el monte Carmelo pidió lluvia en oración, su fe fue puesta
a prueba, pero perseveró haciendo conocer su pedido a Dios. Seis
veces oró fervientemente, y sin embargo no hubo señal de que su
petición fuera concedida; pero con fe vigorosa insistió en su petición
ante el trono de la gracia. Si a la sexta vez hubiera desistido a causa
del desánimo, no habría sido contestada su oración; pero perseveró
hasta que recibió la respuesta. Tenemos un Dios cuyo oído no está
cerrado a nuestras peticiones, y si ponemos a prueba su palabra,
recompensará nuestra fe. Quiere que todos nuestros intereses estén
entretejidos con sus intereses, y entonces puede bendecirnos con
seguridad, porque no nos atribuiremos la gloria cuando la bendición
sea nuestra sino que daremos toda la alabanza a Dios. Dios no siem-
pre responde nuestras oraciones la primera vez que lo invocamos. Si
así lo hiciera, daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las
bendiciones y favores que nos concede. En vez de escudriñar nuestro
corazón para ver si albergamos algún mal, si hay algún pecado fo-
mentado, nos volveríamos descuidados y dejaríamos de comprender
nuestra dependencia de Dios y nuestra necesidad de su ayuda.
Elías se humilló hasta el punto de que no iba a atribuirse la gloria.
Esta es la condición para que el Señor oiga la oración, pues entonces
le daremos a él la alabanza. La costumbre de alabar a los hombres
da como resultado grandes males. Se alaban mutuamente, y así los
hombres son inducidos a creer que les pertenecen la gloria y la
honra. Cuando exaltáis al hombre, colocáis una trampa para su alma
y hacéis exactamente lo que Satanás quiere que hagàis. Debéis alabar
a Dios con todo vuestro corazón, vuestra alma, capacidad, mente y
energía, pues sólo Dios es digno de ser glorificado.—
Comentario
Bíblico Adventista 2:1028, 1029
.
El siervo vigiló mientras oraba Elías. Seis veces volvió de su
puesto de observación diciendo: “No hay nada, no hay una nube,
no hay señal de lluvia”. Pero el profeta no se entregó al desánimo.