Página 14 - La Oraci

Basic HTML Version

10
La Oración
“Venid a mí”, es su invitación. Cualesquiera que sean nuestras
ansiedades y pruebas, presentemos nuestro caso ante el Señor.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 296
.
Presentemos a Jesús todas nuestras necesidades
—Son pocos
los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de
la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesida-
des. Podemos presentarle nuestras pequeñas cuitas y perplejidades,
como también nuestras dificultades mayores. Debemos llevar al
Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbarnos
o angustiarnos: Cuando sintamos que necesitamos la presencia de
Cristo a cada paso, Satanás tendrá poca oportunidad de introducir sus
tentaciones. Su estudiado esfuerzo consiste en apartarnos de nuestro
mejor Amigo, el que más simpatiza con nosotros. A nadie, fuera de
Jesús, debiéramos hacer confidente nuestro. Podemos comunicarle
con seguridad todo lo que está en nuestro corazón.—
Joyas de los
Testimonios 2:60
.
Abramos el corazón a un amigo
—Orar es el acto de abrir nues-
tro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para
que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo.
La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a él.
Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar.
Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a echar toda
[9]
su solicitud sobre él. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones
serían oídas, nos es dada también a nosotros.—
El Camino a Cristo,
92
.
Dios nos da la bienvenida a su trono
—Nos acercamos a Dios
por invitación especial, y él nos espera para darnos la bienvenida a
su sala de audiencia. Los primeros discípulos que siguieron a Jesús
no se satisficieron con una conversación apresurada en el camino;
dijeron: “Rabí... ¿dónde moras?... Fueron, y vieron dónde moraba, y
se quedaron con él aquel día”.
Juan 1:38, 39
. De la misma manera,
también nosotros podemos ser admitidos a la intimidad y comunión
más estrecha con Dios. “El que habita al abrigo del Altísimo morará
bajo la sombra del Omnipotente”.
Salmos 91:1
. Llamen los que
desean la bendición de Dios, y esperen a la puerta de la misericordia
con firme seguridad, diciendo: “Tú, Señor, has dicho que cualquiera
que pide, recibe; y el qué busca halla; y al que llama, se le abrirá”.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 107, 108
.