Página 147 - La Oraci

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Hombres y mujeres de oración
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Juan el Bautista
Juan pasaba tiempo en la meditación y la oración a fin de
conocer la voluntad de Dios para su vida
—Pero Juan no pasaba
la vida en ociosidad, ni en lobreguez ascética o aislamiento egoísta.
De vez en cuando, salía a mezclarse con los hombres; y siempre
observaba con interés lo que sucedía en el mundo. Desde su tranquilo
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retiro, vigilaba el desarrollo de los sucesos. Con visión iluminada
por el Espíritu divino, estudiaba los caracteres humanos para poder
saber cómo alcanzar los corazones con el mensaje del cielo. Sentía
el peso de su misión. En la soledad, por la meditación y la oración,
trataba de fortalecer su alma para la carrera que le esperaba.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 77
.
La oración capacitaba a Juan para enfrentar a los reyes de
la tierra
—Juan el Bautista fue enseñado por el Señor en su vida
del desierto. Estudiaba las revelaciones de Dios en la naturaleza.
Bajo la dirección del Divino Espíritu, estudiaba los pergaminos de
los profetas. De día y de noche, su estudio y meditación eran sobre
Cristo, hasta que su mente, corazón y alma se colmaron de la visión
gloriosa.
Contemplaba al Rey en su hermosura, y perdía de vista el yo.
Contemplaba la majestad de la santidad y reconocía su propia in-
eficiencia y falta de mérito. Lo que debía declarar era el mensaje
de Dios. Era en el poder de Dios y su justicia que se mantendría
firme. Estaba listo para salir como mensajero del cielo, sin temor a
lo humano, porque había contemplado lo divino. Podía mantenerse
con valor delante de la presencia de los monarcas del mundo porque
con temor y temblor se había postrado ante el Rey de reyes.—
Testi-
monios para la Iglesia 8:346, 347
.
Pedro
Dios contestó la oración de Pedro, resucitando a Dorcas
—El
corazón del apóstol fue movido a simpatía al ver su tristeza. Luego,
ordenando que los llorosos deudos salieran de la pieza, se arrodilló
y oró fervorosamente a Dios para que devolviese la vida y la salud a
Dorcas. Volviéndose hacia el cuerpo, dijo: “Tabita, levántate. Y ella
abrió los ojos, y viendo a Pedro, incorporóse”. Dorcas había prestado